Siniestras doctrinas Made In USA (III) Gran Garrote

Todo esto, en el devenir del tiempo se ha convertido en la esencia perversa de considerar a nuestros pueblos latinos y caribeños como una propiedad más, que simplemente se toma aunque no quieran, pero si no están de acuerdo entonces “democráticamente y respetando los derechos humanos” se castigan  a esos países con el uso de la fuerza militar.

Esta doctrina, de hecho, se ha convertido en la tendencia predominante respecto a las relaciones diplomáticas estadounidense desde principios del siglo XX, y su nombrecito se inspiró en un proverbio surgido en África que expresaba “habla suavemente y lleva un gran garrote, así llegarás lejos”.  En definitiva, la frase mostraba que el régimen de Roosvelt se sentía autorizado para presionar a los países latinoamericanos mediante una intervención armada con el obvio propósito de dominarlos política y económicamente. Por tanto el concepto básico era, primero, realizar negociaciones y pactos en los cuáles EE.UU. resultaba –como siempre ha sido- el más beneficiado; pero siempre mostrando la posibilidad de una acción violenta mediante sus conocidas intervenciones militares, como en la práctica ha sucedido.

Ahora fíjese cómo mostraban el uso de la fuerza yanqui para aquellos que consideraban herejes de su abyecta y perversa política del Gran Garrote, mediante las siguientes palabras:

Si una nación demuestra que sabe actuar con eficacia razonable y con el sentido de las conveniencias en materia social y política; si mantiene el orden y respeta las obligaciones, no tiene por qué temer una intervención de los EE.UU. El relajamiento general de las reglas de una sociedad civilizada puede exigir que, en consecuencia, en América, la intervención de una nación civilizada”.

Es decir, en la primera parte entiéndase SI OBEDECE A LOS APETITOS YANQUIS NO TIENE QUE TEMER. Pero si no obedece SUFRIRÁ LA IMPOSICIÓN DEL ORDEN DE UNA NACIÓN CIVILIZADA QUE, POR SUPUESTO, ES ESTADOS UNIDOS.

Si algo hay que reconocerle a ese país es que siempre, desde su nacimiento, ha sido muy consecuente con su visión  particular del significado de los derechos humanos, la democracia y las libertades. Sus gobiernos han mantenido en todo momento acciones al margen de lo que pueda considerarse positivo para el bienestar de los pueblos. En otras palabras: Si nos conviene aplaudimos, de lo contrario lo desconocemos y, consecuentemente, podemos atacar porque tenemos el derecho. Así, simplemente, en una lógica aberrante.

El propio presidente Obama dijo, en cierta ocasión: “…EE.UU. debe liderar el escenario mundial, si no lo hacemos nadie más lo hará; usará la fuerza militar de manera unilateral si es necesario”. Ya sabe ¡bajar la cabeza, pues de lo contrario…!

Pero no augura, sino certifica, el que observa cómo en los Estados Unidos, en vez de apretarse las causas de unión, se aflojan; en vez de resolverse los problemas de la humanidad, se reproducen; en vez de amalgamarse en la política nacional las localidades, las dividen y las enconan; en vez de robustecerse la democracia, y salvarse del odio y miseria de las monarquías, se corrompe y aminora la democracia, y renacen, amenazantes, el odio y la miseria”.

José Martí.

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