Vilma entre nosotros

Como hijo de este país generoso y heroico  necesito evocar a una mujer, también madre, que cumpliría hoy 90 años. Alguien a quien no tuve el privilegio de conocer personalmente, pero cuya obra la hizo cercana y tangible, merecedora de respeto, gratitud y cariño. 

Nació en la heroica y oriental Santiago de Cuba, el 7 de abril de 1930.  Junto a sus cinco hermanos fue educada por sus padres con virtudes que durante toda su vida se evidenciaron en su carácter austero, comprensivo y sensible, porque Vilma Espín Guillois, en cada segundo de su existencia, mantuvo atenta su mirada hacia los más necesitados. 

Desde el 10 de marzo de 1952, aquella joven universitaria sintió agitarse en su corazón la llama de la rebeldía. Ello explica su temprana incorporación a la lucha revolucionaria en la clandestinidad y posteriormente en la Sierra Maestra, inspirada en el pensamiento martiano de Fidel, Raúl y la Generación del Centenario. 

No demoró en revelarse el espíritu organizativo y rebelde de la joven santiaguera que junto a Frank País y muchas otras muchachas de su época se consagraron al Movimiento 26 de Julio. 

La inolvidable Asela de los Santos, combatiente revolucionaria y compañera de lucha cercana escribió de ella:

Vilma, un ser humano excepcional; comprensiva, sensible, exigente, flexible en su pensamiento e intransigente con la injusticia y lo mal hecho, nos ha legado en sus discursos y escritos, sobre todo con su vida, un caudal de sabiduría basada en firmes principios revolucionarios”. (1)

Poco después del triunfo de enero de 1959, se le encomendó la tarea de fundar y dirigir la Federación de Mujeres Cubanas. Desde esa aguerrida organización de masas, Vilma hizo realidad el anhelado sueño de la emancipación femenina. Para una obra profunda y renovadora como la Revolución Cubana, era imprescindible cambiarlo todo. 

En pro del mejoramiento humano se tradujo en cambios fundamentales de todo el quehacer nacional; la participación femenina – manifiesta desde el lejano 1868 –  exigía por derecho propio la emancipación de la mujer. Correspondió a Vilma Espín comenzar esa Revolución dentro de la Revolución, capaz de redimir a las subestimadas y excluidas. 

Para esa obra contó con el apoyo irrestricto de Fidel, inspirador de la Federación de Mujeres Cubanas, y quien pensó en Vilma para presidirla, por conocer sus aptitudes, virtud y capacidad organizativa.

Su voz dulce, firme y oportuna, siempre se escuchó con gran respeto en las reuniones del Partido, el Estado y las organizaciones de masas”. (2)

En todo fue ejemplo. Junto a Raúl formó una familia cuyos fundamentos fueron el amor, la fidelidad a la Patria y la unidad. Y sin dejar de lado su misión de esposa y madre, asumió con responsabilidad plena la guía redentora del ejército femenino de la Patria. 

Por eso la recuerdo con respeto y cariño. Por su mucha virtud su nombre entrañable aflora en nuestros labios hoy, cuando el mundo sufre – entre muchas vicisitudes – una pandemia cruel y desgarradora. Al nombrarla en este día de su cumpleaños, la vemos con los ojos del corazón, viva, enérgica, tierna, firme y esperanzadora. 

Está en cada mujer consagrada a sus deberes y que orgullosa contempla la entrega generosa de hijos e hijas de nuestro país – dentro y fuera de él – en su lucha contra el Coronavirus. La vemos en obreras, campesinas, profesionales, soldadas y amas de casa. En el personal de la salud – hombres y mujeres de batas blancas – que hijos también de Vilma esparcen entre los más sufridos – sin entender de fronteras – un mensaje de esperanza y fe en la vida, y en un mundo mejor y posible. 

Las manos maternales de Vilma se multiplican en las de miles de mujeres de todas las edades que confeccionan nasobucos para proteger a sus familias y que también distribuyen solidarias en sus vecindarios e instituciones. Salen de esas manos tiernas y generosas, formadas muchas en el arte de la costura gracias a las Escuelas “Ana Betancourt” creadas por Vilma. 

Por eso decimos con nuestro eterno Fidel:

Yo estoy seguro que un día como hoy, Vilma estaría muy contenta porque estaría viendo que sacrificó su vida, todo el que muere luchando por la Revolución va dejando energía en el camino, va dejando el esfuerzo y lucha por eso”. (3) 

Vilma dejó como herencia a la mujer cubana de hoy, su inagotable energía creadora. 

Al evocar su nombre la recuerdo Verdadera, Inmensa, Liberadora, Maternal, Amable. Poseedora de esas virtudes de mujer revolucionaria que supo vencer a la muerte para vivir entre sus hermanas e hijas compatriotas. Así recuerdo y celebro desde su eternidad a la siempre Presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas, Vilma Espín Guillois, hoy y siempre entre nosotros.

 


NOTAS REFERENCIA 

(1) Asela de los Santos Tamayo. Prólogo al libro “Vilma, una vida extraordinaria”, Editorial Capitán San Luis, La Habana, Cuba, 2013.

(2) Las luchas de Vilma. Reflexiones de Fidel, 20 de junio del 2007.

(3) Fidel Castro Ruz. Palabras pronunciadas en su visita al complejo educacional Vilma Espín, en el municipio capitalino de Playa. 7 de abril del 2016.

 

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