No os asombréis. Es un mal endémico

Es, el mismo país, donde nació y se fortaleció hasta límites inauditos el Ku Kux Klan que, con el símbolo de la cruz ardiente y encapuchados, quemaban a un hombre de esa raza en plena calle y con total impunidad y complacencia de policías blancos que observaban el crimen atroz.

Y es que tanta crueldad viene desde 1776 junto a los propios padres fundadores de esa poderosa nación, los que mantuvieron esclavos negros como parte de su patrimonio; los infelices mal vivían hacinados  y se les prohibía acceder a sitios públicos reservados para negros. El propio presidente Jefferson advertía que de Haití (de población mayoritaria negra) provenía el mal ejemplo y había que confinar la peste en esa isla”.

Cómo no asombrarnos entonces del último crimen cometido recientemente por un policía blanco contra un negro, al que le apretaba el cuello con su rodilla con sadismo increíble hasta verlo morir, aún cuando el hombre le decía que se estaba ahogando y no podía soportar el dolor. Y cómo no asombrarnos del despliegue enorme de fuerzas para combatir a los que, justamente, y con razón enardecidos, quieren  justicia. Y en todo esto entra a jugar, quién si no, este bárbaro moderno que exige más fuerza bruta para los que se atreven a protestar. Trump, con su habitual bestialidad, arrogancia y guapería barata barriotera, no se percata –porque su materia gris no se lo permite- de un posible bumerang que puede hasta poner en peligro todo un sistema de oprobio si la injusticia sigue apostando por implantarse definitivamente en este mundo y en su nación en particular.

Definitivamente, el racismo debe interpretarse como un delito de lesa humanidad. Y en el caso de Estados Unidos es algo consustancial a un sistema oprobioso que se incumba en la sangre como un virus desde el propio nacimiento, porque el niño desde muy temprano recibe un caudal enorme de patrones en los que debe creer: dígase la nación superior elegida por Dios;  el derecho de dirigir el mundo; debe luchar por ser del grupo de los poderosos vencedores; no tiene que sentir lástima por los perdedores; deben amar las armas para la dominación; y algo muy importante: odiar a los negros.

Obviamente, ello explica el motivo que genera tanto desprecio de la humanidad  al monstruo que no conoce, ni siquiera, el límite de la perversión y la injusticia. Imagino que ya estará oculto en su bunker. Cosa de yanquis. Cuando lo hacen es que sienten terror que un día las grandes masas le pasen la cuenta ¿usted no cree?  Y en tal caso no le valdrán de nada sus millones.

Le dejo con nuestro gran Maestro Martí:

El hombre no tiene ningún derecho especial porque pertenezca a una raza u otra : dígase hombre, y ya se dicen todos los derechos.”

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