Adolescencia y embarazo no deben ir de la mano

El caso de Camila no es aislado, en la provincia de Holguín el 20,4 por ciento de los embarazos captados son de adolescentes.

Adolescencia y embarazo son términos que se asocian a alegría, esperanza y futuro; pero si ambos coinciden, son motivo de preocupación, ya que, por lo general, la alegría se opaca y se transforma en un problema familiar y desde luego social.

La procreación prematura aumenta el riesgo tanto para las madres como para los recién nacidos. Cuanto más joven sea la madre, mayor el riesgo para el futuro bebé.

Además, los recién nacidos de madres adolescentes tienen una mayor probabilidad de registrar bajo peso al nacer, con el consiguiente riesgo de efectos a largo plazo.

El embarazo en la adolescencia puede también tener repercusiones sociales y económicas negativas para las muchachas y sus familias. Muchas adolescentes que se quedan embarazadas se ven obligadas a dejar los estudios y una mujer con escasa o ninguna educación tiene menos aptitudes y oportunidades para encontrar un buen trabajo.

Los adolescentes de hoy crecen rodeados de una cultura donde compañeros, televisión, cine, música, y revistas transmiten frecuentemente mensajes manifiestos o secretos en los cuales las relaciones sexuales sin estar casados son comunes y toleradas.

Normalmente no se ofrece en el hogar, la escuela o la comunidad educación sobre el comportamiento sexual responsable e información clara específica sobre las consecuencias del intercambio sexual (incluyendo el embarazo, enfermedades de transmisión sexual y efectos psico-sociales). Por lo tanto, gran parte de la «educación sexual» que los adolescentes reciben viene a través de filtros desinformados o compañeros sin formar.

Urge entonces encaminar mejor la educación sexual para lograr la prevención del embarazo en la adolescencia, así no tendremos que vivir historias como la de Camila, una niña que ya no sueña con celebrar sus 15 primaveras.

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