Estos días de luto y recogimiento también los he empleado en pensar como amante de nuestra Historia y creador en cómo preservar toda la epopeya de los años junto a un Fidel que ya no tenemos, y en los peligros que ahora más que nunca en la historia de Cuba comenzarán a soplarnos con disimulo en las orejas, pero con la enorme fuerza que tienen todas las fuerzas que desde siempre se nos han opuesto.
Ahora que ya no tenemos a Fidel y que sus aurigas del 53, proseguirán a la carga hasta el final, nada más propio de nuestros días actuales que en la mirada atrás, de paso imaginamos a José Martí el 10 de abril de 1895, en Cabo Haitiano a poco de embarcar hacia Cuba cuando redactó aquella carta en la que sentenció genial: «…de pensamiento es la guerra mayor que se nos hace, ganémosla a pensamiento».
Ahora que ya no tenemos a Fidel, cultivador y cautivador con el pensamiento, ahora más que nunca, hay que temerle a la desmemoria, a la consigna repetitiva, hueca y sin sentido; se avecina una lucha de clases más despiadada porque sus matices (mucho más complejos) requerirán de más cultura, mayor actualización informativa y de la desacralización de muchos temas hasta ahora no incluidos en el menú discursivo de nuestros medios.
Y para ello se necesita de mucha más perspicacia y de un cambio cada vez más creativo y fresco para atraer a las grandes masas hacia los intereses de la Nación y sobre todo a los jóvenes que por fuerza de Natura serán los responsables del rumbo futuro de Cuba.
Los contrarios, por fuerza de ley dialéctica, nunca dejarán de ser nuestros opuestos por lo que por su naturaleza nunca renunciarán a convencernos de su universo y para ello contarán con el enorme despliegue de sus tecnologías para la trasferencia e intercambio de conocimientos en los que estamos obligados a coexistir.
Ahora que ya no tenemos a Fidel, hay que pensarlo en la constante evolución de su pensamiento y en las metas que de seguro le quedaron por trazarle a los cubanos.
Pensarlo siempre y repetir sus discursos no será (en mi opinión) lo más difícil. El reto es saber interpretar de manera creadora y valiente lo que en más de una ocasión nos dijo con encendida vehemencia.
No olvidar que, en los días actuales, similares en peligros y batallas, a cada hora y en cada paso, asistimos a un nuevo estilo de guerra difícil y frontal.
Tal parece que Martí ha regresado para buscar a Fidel y repetirnos juntos otra vez: «…de pensamiento es la guerra mayor que se nos hace, ganémosla a pensamiento».
Cubanos, esa es la guerra necesaria de hoy: es larga, de inteligentes y de patriotas.