Amadeo Roldán y lo afrocubano en la música sinfónica

Hubo otros anteriores a él que crearon con lirismo temas llenos de cubanía, pero nunca antes contó nuestro pentagrama con una provisión tan definida y completa de su identidad mestiza. Su gran aporte fue la incorporación de la percusión afrocubana a la llamada música clásica. Gracias a ese acontecimiento trascendental, siete años antes de su muerte un músico estadounidense de visita en Cuba pudo escribir su Obertura Cubana (1); lo hizo catorce años después de que el cubano compusiera “Obertura sobre temas cubanos” (2), la  que significó una revolución en el quehacer sinfónico  y en música popular de nuestro país.  

Sin el aporte del sobresaliente músico cubano ya mencionado, todo cuanto llegó después no hubiera sido posible. 

Amadeo Roldán Gardes murió  hace ochenta y dos años, el dos de marzo de 1939. Había nacido en París, Francia, en 1900 y vino a la mayor de las Antillas luego de haber residido en España donde estudió en el Conservatorio de Música y Declamación de Madrid; allá mismo, en 1917, se integró a la Orquesta Filarmónica de Madrid como primer violinista.

Dos años después llegó a Cuba – patria natal de su progenitora -, donde se radicó definitivamente y perfeccionó sus conocimientos musicales con el maestro español Pedro Sanjuán Nortes, compositor y director de orquesta. En 1921 comenzó a ejecutar la viola en la Sociedad de Música de Cámara y luego en la Orquesta Sinfónica de La Habana. En 1924 tocó el violín concertino en la Orquesta Filarmónica de La Habana, y no demoró el momento de convertirse en secretario de la Sociedad Solidaridad Musical de La Habana. 

Para entender la trascendencia de la obra musical de Amadeo Roldán, autor de “La Rebambaramba” (3) entre otras obras, es preciso el conocimiento de su contexto histórico-cultural. Hasta entonces gran parte de nuestra música – cubana y de excelencia – obedecía a cánones eurocéntricos, como aconteció en otros países latinoamericanos entre fines del siglo XIX y comienzos del XX.

Para los criterios entonces dominantes, el elemento afrocubano no era aceptado más allá de sus secuencias rítmicas; eran expresiones confinadas al colorido de un folclorismo primitivo, que ignoraba su esencialidad dentro de la música cubana en toda su dimensión. Hasta entonces la música de los ancestros africanos se soslayaba y era vista por encima del hombro de su hermana de sangre, la música cubana de ascendencia hispana. El componente africano se expresaba en lo popular, pero jamás había sido imaginado para un escenario sinfónico. 

Amadeo Roldán infirió la preeminencia de los instrumentos afrocubanos como ingredientes ineludibles de nuestra música.  Reconoció y asumió claves, tambores, bongos, platillos, güiros, maracas y timbales entre otros, para convertirse en el iniciador del moderno arte sinfónico de Cuba. Fue así el primero en incorporar los instrumentos afrocubanos no como simple acompañamiento, sino como elemento protagónico, constructivo y sólido de nuestro edificio musical. Con Roldán la percusión llegó al pentagrama y se reveló con todas sus posibilidades técnicas y armónicas. 

Con el violinista, director de orquesta e innovador Amadeo Roldán, la música cubana emprendió su camino de liberación e identidad, tanto como lo alcanzó la poesía a través de Nicolás Guillén y la pintura en Wifredo Lam. 

Fue un virtuoso conocedor, ejecutante de los clásicos; bebió, asimiló y recreó un  patrimonio popular que es fuente originaria de todo arte serio, comprometido y superior. 

Antes de concluir estos apuntes de por sí breves, no es posible mencionar a Roldán sin hacer una loable referencia a su coetáneo Alejandro García Caturla (4), pianista, compositor y director de orquesta, cultor también de la música cubana en el ámbito sinfónico, y su impulsor en la contemporaneidad. En todo cuanto se ha hecho hasta hoy va implícito el sello de ambos músicos. Desde entonces la música cubana lleva la impronta de Roldán y García Caturla. 

La vida de Amadeo Roldán fue efímera; murió joven a los treinta y nueve años y a pesar de su corta existencia vivió lo suficiente para eliminar prejuicios y mostrar el rostro exacto de la música cubana auténtica y mestiza, esa que, como en lo popular, ocupa por derecho un escaño en el contexto sinfónico.

 

  • George Gershwin, compositor y pianista estadounidense autor de “Obertura Cubana” en 1939, poema sinfónico para orquesta.
  • Amadeo Roldán, Obertura sobre temas cubanos, compuesta en 1925 con elementos del folclor cubano
  • “La Rebambaramba”, Ballet. Música de Amadeo Roldán con libreto de Alejo Carpentier. Fue llevada por primera vez al teatro en 1961. La partitura compuesta por Amadeo Roldán se escuchó por primera vez en la Televisión Cubana en 1963. Fuente: http://www.habanaradio.cu/efemerides/estreno-mundial-de-la-musica-del-ballet-la-rebambaramba-compuesta-por-amadeo-roldan/
  • Alejandro García Caturla (Remedios, Las Villas, 7 de marzo de 1906 – 12 de noviembre de 1940)

 

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