Gente desfasada en tiempos de pandemia (+Audio)

La buena noticia de que Matanzas logró avanzar a la segunda fase por los indicadores positivos de las dos últimas semanas, indica que es posible superar escenarios complicados, y controlar la aparición de la enfermedad como en todas las demás provincias, comenta el periodista Francisco Rodríguez Cruz.

Pero La Habana en particular constituye un eslabón decisivo para poder consolidar lo hecho y avanzar hacia la recuperación en todo el país, porque aquí el asunto se torna más difícil.

Si bien durante estos primeros siete días el crecimiento de la movilidad en la principal urbe de Cuba ha ido en aumento, la respuesta precisa de las autoridades sanitarias y locales busca contrarrestar cualquier posibilidad de retroceso por la epidemia de SARS-Cov-2.

No obstante, esta es una enfermedad cuya alta capacidad de contagio siempre supone riesgos ante la más mínima relajación de la disciplina social.

Aunque hay excelentes ejemplos de precaución y seguimiento de las medidas recomendadas para esta fase, también son muchas las evidencias diarias de que entre no pocas personas comienzan a existir descuidos elementales.

El empleo incorrecto de los nasobucos o mascarillas parece ser una de las principales faltas que ocurren a toda hora y en casi cualquier contexto.

No es extraño hallar quienes usan este aditamento de un modo que no surte ningún efecto, ni les protege absolutamente de nada. Piensan que engañan a alguien o que demuestran una gran astucia por llevarlo al cuello, o sin tapar la nariz o la boca, y colocarlo sobre el rostro, solo cuando ven venir a la policía.

El rociado de las manos al subir a los ómnibus públicos que era casi la norma el pasado fin de semana, con el transcurso de los días empieza a ser algo casi voluntario en no pocos vehículos, lo cual indica que la exigencia en ese sentido podría haber empezado a decaer.

Aquí es importante decir que la responsabilidad con el cuidado de la salud individual y colectiva es en primer lugar de cada quien, con independencia de las obligaciones institucionales con el rigor contra los incumplimientos o violaciones.

De poco o nada sirve que solo critiquemos si alguien hace algo mal o no cumple con lo establecido, y hasta lo pongamos en Facebook o lo comentemos con las personas a nuestro alrededor, si no hacemos también algo por nuestra cuenta, para buscar una posible alternativa de solución que nos proteja.

Esta es una carrera de resistencia, y pierde quien descuida el paso o abandona su cuidado solo porque a su lado otra persona lo hizo. Ni en la fase uno, ni en la dos, ni cuando un día lleguemos a la tres, dejarán de ser un riesgo esos comportamientos de gente que todo el tiempo luce, a contrapelo de las circunstancias, completamente desfasada.

 

 

 

 

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