Círculos infantiles: obra de amor

Ese año estuvo lleno de grandes desafíos; de una parte la tarea de cumplir todo el proyecto del Moncada, sentar las bases de una sociedad plenamente justa, y enfrentar las continuas agresiones de los Estados Unidos y la contrarrevolución.

Prueba de ello fue que una semana después el pueblo uniformado se enfrentó a una agresión militar directa. Bajo la guía certera de Fidel, unida al patriotismo de todo el pueblo, la invasión mercenaria quedó derrotada en menos de 72 horas.

Aquel 1961 pródigo en tareas y retos incluyó, entre otros, la Campaña de Alfabetización. En el contexto redentor de la nación cubana urgía también la incorporación plena de las mujeres a la edificación de la nueva sociedad.

Sin ellas nuestro proyecto habría estado incompleto. Fue así que pensando en la necesaria incorporación de las mujeres al estudio, el trabajo, la defensa y todo el quehacer social, surgió la idea del cuidado y atención de niñas y niños para que el empeño se hiciera realidad.

Con los círculos infantiles la mujer cubana encontró el contexto propicio para su plena inserción social y así crecer como nunca antes.

Junto a ello se dio otro paso, pues los círculos infantiles fueron parte de un propósito más abarcador: formar parte del proceso educativo y socializador de las nuevas generaciones.

Una nueva patria -soberana, libre y justa- requería desde ya la visión de luz larga cuyo punto de arranque está en los pinos nuevos.

Más allá del esmerado cuidado de los infantes -a partir de los 45 días de nacidos en muchos casos- se añadió su formación como ciudadanas y ciudadanos de futuro, capaces de garantizar la continuidad histórica del proceso emancipador.

Los círculos infantiles constituyeron desde su creación, parte de todo un novedoso y definitivo contexto socio-cultural, político y económico de la sociedad cubana.

Parte de esa iniciativa fueron y son las acciones a favor de la salud de nuestras féminas, la atención al embarazo, su igualdad ante los hombres y las posibilidades equitativas inherentes a una sociedad realmente justa.

Una realidad evidente por ser Cuba hoy uno de los países con menor tasa de mortalidad materno-infantil, a nivel de las naciones más desarrolladas del primer mundo.

Vilma, inspirada en el pensamiento y la obra de Fidel, dejó para las mujeres cubanas, sus niñas y niños un legado que sobrepasa al momento histórico en que tuvo lugar. «Camilo Cienfuegos», «Fulgencio Oroz» y «Ciro Frías» fueron los tres primeros círculos infantiles inaugurados aquel 10 de abril inolvidable; fueron el punto de partida de una nueva experiencia que culminó exitosa y se extendió a todos los puntos geográficos del archipiélago cubano.

En la creación de esas instituciones estuvo la mano amorosa y sabia de Vilma, eterna Presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC). Allí estuvo también la fértil semilla de la nueva escuela. Muchos de aquellos infantes son hoy profesionales, obreros, campesinos, intelectuales y artistas que engrosan el valioso caudal de la patria.

Nuevas generaciones siguen formándose desde edad temprana en nuestros círculos infantiles. Sus educadoras, las cariñosamente llamadas «tatas» son herederas de esta obra sublime; ellas ejercen su labor con la ternura responsable que Vilma los creó, hace hoy 56 años. 

 

 

 

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