Cuba: El valor de lo nuestro

Es parte del valor de lo nuestro, que debemos respetar y venerar, aunque no sea perfecto, nada lo es, pero ante cualquier ofensa o ataque ajeno necesita se defienda con uñas y dientes, y se le ponga el pecho por delante para conservar lo que consideramos parte inseparable de la historia que construimos.

Entender eso y ponerlo en práctica en los momentos que vivimos de mordaces ataques enemigos nos pone en ventaja. Primero porque cierra la puerta de entrada a manipulaciones, mentiras y resentimientos de otros; segundo porque en el orden ético cualquier intercambio exigirá como premisa el respeto para neutralizar las patrañas perversas de querer hacer el mal a la nación, sobre todo cuando tenemos los argumentos para desenmascarar a oportunistas y tendenciosos.

Y me refiero a los ataques en las redes sociales de Internet de personas oportunistas, no digo de aquellos que aportan ideas para perfeccionar o mejorar, involucrados, comprometidos e insertos en hacer de la Patria ara y no pedestal como afirmara José Martí. 

Cuando se trata de Cuba para los acérrimos enemigos de la Revolución, casi nada es normal. Porque siempre estará preparada la legión de ¨francotiradores¨ con sus pesados dardos para poner en tela de juicio todo lo que hagamos.

Se viven escenarios de gran confrontación en el orden de las ideas, algo que ha entrenado a este país durante más de sesenta años cuando decidió apostar por un proyecto político y social de carácter socialista, totalmente diferente al pensamiento capitalista y al de las plataformas neoliberales. Por esa razón siempre seremos el blanco de todas las campañas posibles del imperio, una realidad avizorada desde el principio del proceso revolucionario por el Che cuando afirmaba que y cito: ¨al imperialismo no podemos darle ni un tantico así, nada¨

El valor de defender lo nuestro, nos hace más fuertes no solo como personas y cubanos, sino también en el terreno de las ideas; nos prepara para ¨combatir¨ en cualquier escenario posible; nos hace entender que por encima de nosotros está Cuba y su gente, y eso es tan sagrado como nuestra propia vida.

Nadie que respete lo suyo y a los suyos habla mal de ellos, y mucho menos cuando al hacerlo, igualmente lacera a su familia, a los amigos, a las personas que conocen o conocieron si fuera el caso de aquellos que decidieron vivir en otros lares.

Para los quienes habitamos este pequeño y corajudo archipiélago, al menos para la mayoría, se siente como privilegio. Por la seguridad de estar en casa, por la protección que nos brinda, por los amigos que tenemos y nos apoyan, por las posibilidades de estudiar y superarnos tanto como nuestras cualidades nos lo permitan, por caminar libremente en tiempos sin pandemia sin temor a nada, por la seguridad para nuestros hijos y familia, por tocar en la puerta de la casa de amistades y poder entrar sin que medie una agenda previa de por medio, por sentarnos junto a la familia de otros que nos hace parte de ella para disfrutar y compartir lo que tienen aunque sea lo más humilde, por fomentar valores como la solidaridad y la amistad aunque algunos hayan perdido un poco de eso pero nadie duda que está en las genes del cubano, por la capacidad de compartir lo que tenemos y no lo que nos sobra. 

El valor de lo nuestro está incluso en tener la posibilidad de ponerle la mano en el hombro a algún amigo e incluso a conocido, y decirle ¿te sucede algo? ¿Cómo puedo ayudar?

Pero… ninguna de esas cualidades son consustanciales al capitalismo. Y lo entendemos. Ahí prevalece el egoísmo, la ausencia de solidaridad, el individualismo, que los genera el propio sistema para que las personas puedan subsistir y sobrevivir en la competencia.

¿Y es eso lo que nos quieren y han querido siempre vender nuestros enemigos cuando ¨disparan¨ sus críticas contra Cuba? ¿Desean que volvamos al mismo estatus de hace más de sesenta años atrás?

En Cuba no solo sobran razones y argumentos para defender lo que tenemos con uñas y dientes, tenemos eso y también el compromiso de serles fiel a las generaciones que nos antecedieron y lo dieron todo para llegar a lo que hoy somos.

El futuro y presente de nuestro país lo decidimos los cubanos en esta Patria. Lástima que tantos años de frustraciones en campañas difamatorias estimuladas por nuestros enemigos no hayan podido hacerles entender que la fuerza de las ideas resulta como muro infranqueable en esta eterna batalla.

Una vez más, desde su vibrante discurso de hace unas horas, el presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez, ratificó la sentencia: ¨Nuestro pueblo orgullo de su historia y comprometido con la obra de la Revolución, sabrá resistir y vencer¨                                    

 

 

 

 

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