No sé qué otra nación del planeta aísla a sus pacientes sospechosos de la enfermedad, a los ingresados les brinda un “paquete” de medicamentos para que puedan enfrentarla con éxito y después les sigue clínicamente hasta el alta definitiva.
Tampoco tengo referencias en qué otro sitio del mundo cuando un lugar se declara en cuarentena, el Estado les acerca los servicios de alimentación, y manzana por manzana, casa por casa, los médicos acuden sistemáticamente a comprobar síntomas, signos vitales, y están pendientes hasta del más mínimo detalle.
Mucho menos conozco que, en estas propias comunidades, y en estudios poblacionales o de manera preventiva se realicen pruebas de PCR gratuitas al ciento por ciento de la población para detectar COVID-19.
Leo reiteradamente a través de las redes las muestras de agradecimiento de múltiples personas que han tenido el virus y hoy dejan parte de su corazón entre quienes los arroparon y cuidaron por muchos días, con un desvelo total, hasta devolverles el optimismo y la esperanza. Pero eso no tiene precio, solo el del agradecimiento infinito.
En mi país no se le niega una atención médica a nadie. Al contrario, se reitera una y otra vez que cualquier paciente con síntomas, sea de COVID-19 o no, acuda al médico por aquello que es mejor prevenir que tener que lamentar.
En nuestro país se brinda una conferencia de prensa diariamente, de lunes a domingo, y con total transparencia el Ministerio de Salud Pública informa cada dato vinculado con el desarrollo de la enfermedad, número de casos activos, críticos, graves y desgraciadamente hasta de compatriotas que tras un esfuerzo colosal, fallecen.
En Cuba, el Grupo Temporal de Trabajo que encabeza diariamente el presidente, se reúne para evaluar el impacto de las medidas de prevención y control de la COVID-19, se aprueban estrategias, evalúan sus resultados y se reorienta el camino cuando es necesario a partir de la experiencia acumulada en seis meses de enfrentamiento a la pandemia.
En mi país se hace y se hace… y el gobierno se ocupa y preocupa. Pero aún así nuestros enemigos nos “tiran” con todo lo que pueden, una vez más diríamos, porque es síntoma de impotencia y frustración ante los resultados del pequeño archipiélago, que les ha dado una lección de que, con voluntad del gobierno, todo se puede porque está el recurso humano, aún cuando desde el Imperio aprieten la tuerca del bloqueo refrendada en una persecución política, económica y financiera sin precedentes en estos años.
Está claro: entre otras cosas atacan cualquier fuente de suministro financiero y material a nuestro país, también a uno de los símbolos más sagrados de la Revolución que es la Salud Pública, que toman como bandera en sus desesperados intentos de crear una falsa imagen de Cuba que sirva como pretexto para aprobar bochornosas medidas, para lo que se valen de un coro de mercenarios asalariados que repiten matrices de opinión en campañas sin sentido en contra de todo lo que hagamos.
El presidente del Imperio decide prorrogar por un año más las medidas que sirven como base para mantener su bloqueo, en nombre del interés nacional. Totalmente ridículo. El conjunto de leyes que sostienen el cerco unilateral contra la mayor de las Antillas está codificado por el Congreso.
Él habla del interés nacional ¿a qué se refiere? ¿Será este pequeño país una amenaza para Estados Unidos cuando nuestros médicos han dado muestras de globalización de la solidaridad mientras el Imperio amenaza militarmente y agrede? Igualmente es ridículo.
Momentos como este, de retos y desafíos, hacen de este archipiélago más grande, algo que nos hacen recordar las palabras de nuestro Héroe Nacional José Martí cuando afirmaba:
“Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres”
Amenazas, medidas, ensañamiento… una larga historia de nuestros enemigos contra nuestro país. Y recordando a otro de los grandes cubanos de la historia, el Comandante de la Revolución, Juan Almeida Bosque, retomo entonces su épica frase:
“Aquí no se rinde nadie…”