El bodrio anticubano en los Grammy Latinos (+Audio)

Esta vez, la Academia Latina no pudo, o no supo, o sencillamente no quiso desentenderse de esa campaña de linchamiento mediático. O le convino. Atacar a Cuba es un negocio, y los Grammy se inscriben en la dinámica del mercado. Por los honorarios, los coreutas de la bazofia se batieron en directas en las redes a la manera de un barco pirata.

La ruta del dinero llegó desde el principio hasta una gaveta de trapos sucios, pero había una tarea por cumplir. Desde que se extendieron las nominaciones, la maquinaria publicitaria del poder hegemónico se enfocó en el traído y maltraído improperio contrarrevolucionario. Y como era de esperar, otras propuestas pasaron a un segundo plano.

El Día Cero de los premios arribó tras una intensa y larga guerra de youtubers incendiarios, que involucró incluso a medios tradicionales como el mismísimo The Washington Post. El rotativo que, como se sabe, expone puntos de vista del gobierno de los Estados Unidos, afirmó literalmente que “la canción apunta a una reconciliación nacional”.

Es una sospechosa reconciliación que, en el ladrido de uno de los testaferros del amo, se transpone en reclamar una invasión contra la tierra donde nació. ¿Qué noble intercesión es esa que recibe el aplauso delirante de manos manchadas de sangre, y de lo más retrógrado y cavernario del panorama político de los Estados Unidos?

Un engendro anexionista por más que venga pautado en el pentagrama, no podría borrar la gloria mambisa de ¡Independencia o Muerte!, que ante la alevosa masacre terrorista en la rada habanera devino en decisión de enfrentar al imperio hasta las últimas consecuencias.

Pero en el orden teórico, la decisión retorcida en los Grammy confirma que la Academia Latina anda perdida en las clasificaciones genéricas. Sería prudente que recuperara la brújula para evitar disparates como este en el futuro. En el orden morfológico, el bodrio musical de marras, calumnioso y de baja ralea, está muy lejos de ser una canción.

La Revolución desterró de estos confines la tortura y el crimen. Esa obra social y humana basta para desmontar la choricera infamante de unos traidores de última hora. La democratización de la cultura nos convirtió a la Musicología en un instrumental asequible. Y de la mano de Argeliers León, de María Teresa Linares, de Danilo Orozco, y de otros tantos maestros, sedimentamos una actitud ante la música para desactivar meros desperdicios que, por una indecente manipulación política, nos quieren vender como la Canción del Año.

 

 

 

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