El valor de lo útil

Durante estos largos casi siete meses de enfrentamiento a la pandemia estamos seguros que muchos pueden contar sus historias en centros de aislamiento, en la ayuda brindada a vecinos o personas vulnerables, o se han reconocido con nuevos amigos de batalla que sellaron una amistad perdurable en el tiempo, o entre aquellos que dejaron temporalmente sus aulas o centros del turismo para apoyar en la limpieza, la lavandería o en lo que hiciera falta para acompañar al personal de salud que minuto a minuto no se rinde en la llamada Zona Roja.

Se trató de no quedarse cruzados de brazos, cooperar, aportar, ofrecer, participar, que ha sido parte de la vida de miles de jóvenes que se han consagrado durante este tiempo difícil, a ser mucho más útiles, casi todos de manera anónima, lo que confiere mayor valor a la entrega, conscientes de lo importante de su apoyo que, sumando a otros, hicieron lo grande.

No son pocos los que se han crecido en tiempos de pandemia. Incluso asumiendo responsabilidades que ni siquiera imaginaron, a riesgo de su salud, aunque con la protección necesaria, pero sin rehuirle al desafío del presente y al llamado de la Patria.

Para las mayorías ha sido su Moncada, su Sierra Maestra, su Girón, lo que confirma que todas las generaciones de cubanos, desde los adolescentes, jóvenes, hasta los más adultos, son capaces de responder a las exigencias de los tiempos que les tocó vivir. 

Y apreciando la extraordinaria serie televisiva de Lucha Contra Bandidos, que desde la ficción cuenta magistralmente nuestra historia, nos llena de total regocijo saber que en aquel entonces jóvenes que apenas rebasaban los 16 años de edad se alistaban en una batalla cuerpo a cuerpo contra un enemigo que regó sangre y lágrimas en múltiples familias, y que al final pagó con la derrota, fruto de la unidad y entrega de quienes asumieron cuál era el deber de su tiempo, aun a riesgo de sus propias vidas.

Al aludir a esta página inolvidable de nuestra historia, un regalo vivido en la serie televisiva que acaba de finalizar, entonces reflexionamos sobre la estirpe de jóvenes que también tenemos hoy, en otros tiempos y circunstancias, que meten el pecho a los problemas, no se amilanan y buscan soluciones para formar parte de la historia más reciente de su país.

Ahí están igualmente los científicos, esa generación de jóvenes que ha aportado inteligencia para combatir la pandemia y dotar de soluciones o de mejor calidad de vida a los enfermos, a aquellos que no pudieron detener su marcha en la producción o los servicios porque siempre fueron necesarios para mantener la vitalidad en el accionar del país, o los que tampoco tuvieron apenas tiempo para dormir y el descanso porque salvaguardando el orden interior también estaban protegiendo a la Revolución.

Héroes y heroínas anónimos, pueblo todo, armados de moral y compromiso; perfecta interpretación del pensamiento martiano de que la Patria es ara y no pedestal, jóvenes que la historia ya reconoce como el presente y futuro que está asegurado, a pesar de que nuestros enemigos continúen apostando por socavar valores de una sociedad que cada vez con más fuerza, defiende su existencia al precio que fuera necesario.

 

 

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