Para lograrlo ahora emplean a Rosa María Payá Acevedo, hija de Oswaldo Payá Sardiñas, personaje que jamás contó con respaldo popular, ni tampoco de los demás grupos «disidentes» fabricados por la CIA en la Isla.
Rosa María Payá emigró a los Estados Unidos con un visado de «refugiada política», sin ser perseguida por ninguna autoridad policial, ni haber participado nunca en algún grupúsculo contrarrevolucionario; prueba de ello es que pudo estudiar y graduarse en la Universidad de La Habana, lo mismo que sus dos hermanos, sin dificultad; ahora regresa a Cuba periódicamente con plena libertad de movimientos.
Ante la carencia de contrarrevolucionarios jóvenes, la CIA aspira a que ella pueda ser la imagen pública de una añorada oposición juvenil, para ganar simpatía entre funcionarios extranjeros, pues en la Isla no tiene seguidores, ni siquiera el respaldo de los históricos «disidentes», que por el contrario la acusan de farsante y mentirosa, como la califica Guillermo Fariñas.
Sin tener en cuenta los gastos de cientos de miles de dólares en que incurren, Rosa María fue enviada nuevamente a una gira por varios países en busca de apoyo internacional, como si los problemas de una nación pudieran resolverse en el extranjero.
La fórmula parece ser una copia de lo que han ejecutado contra Ucrania, Siria, Irán y Venezuela, pretendiendo asentar una matriz de opinión para que varios gobiernos aliados de Estados Unidos, le den respaldo a un seudo movimiento opositor que solo tiene nombre y dirigente radicada en Miami, como es Cuba Decide, construido especialmente para darle reconocimiento internacional a Rosa María como opositora, así como el cargo como presidenta de la Red Latinoamericana por la Democracia.
La primera escala del tour internacional es Chile, donde fue recibida por el expresidente Sebastián Piñera, con posiciones totalmente coincidentes con Estados Unidos, quien, siguiendo indicaciones de la embajada yanqui en Santiago, reiteró su apoyo al plan de la iniciativa CIA que pretende aprovechar el anunciado fin de la presidencia de Raúl Castro, el 24 de febrero del 2018, para que se realice un plebiscito vinculante que pregunte a los cubanos si están de acuerdo con realizar elecciones libres.
El plan está más que claro, la nueva línea de trabajo de la CIA es deformar la realidad cubana con apoyo de sus aliados externos, para crear la imagen de que los cubanos no tienen derechos políticos, algo que declaró abiertamente el presidente Barack Obama en diciembre del 2014, cuando aseguró:
«los ciudadanos deben tener la libertad de participar en los procesos políticos […] insistiremos en que la sociedad civil se nos una para que sean los ciudadanos, y no solo los líderes, los que conformen nuestro futuro».
Se engañan ellos mismos al no querer aceptar la realidad, porque los cubanos no aceptarán ser más dependientes de los dictados de la Casa Blanca, perder su soberanía y el derecho a decidir el camino que desean sin imposiciones norteamericanas, como sucedió hasta 1958.
Esos que cacarean de que Cuba debe tener pluripartidismo, son los mismo que no admiten que exista un partido comunista, pues en la diversidad de partidos políticos que poseen en su llamada «democracia», todos tienen el mismo objetivo: reforzar el sistema capitalista, y quien intente oponerse a ese diseño sabe que será sometido a una guerra total, como sucedió en Brasil, Argentina, Venezuela, y los intentos de desestabilización en Bolivia y Ecuador.
No es fácil engañar a los cubanos, incluidos a los jóvenes, pues estos conocen perfectamente los planes de acción encubierta de la CIA, que por décadas intentaron destruir a la Revolución hecha por el pueblo para eliminar el sistema capitalista que no resolvió el hambre, el analfabetismo, la discriminación racial y de género, la desigualdad social, el desempleo y la ausencia de un sistema de salud gratuito para todos, no obstante contar con más de 20 partidos políticos durante medio siglo.
El pueblo estadounidense debería estar mejor informado de los gastos en que incurre su gobierno, en sufragar los viajes por el mundo de esa seudo «refugiada política» y los cientos de miles de dólares que emplean en los de otros «disidentes» cubanos, que como se sabe no han obtenido el más mínimo resultado en casi 60 años y al final la mitad de ellos se han declarado agentes de la Seguridad Cubana, organismo que sin dudas es el que más resultados acumula.
Ante tanta maldad de los Estados Unidos no queda otra cosa que recordar a José Martí cuando aseguró: «…de esa tierra no espero nada más que males».