Para pensar Cuba

Pensar Cuba es mucho más que una frase concisa y que queda prendida en nuestra memoria; una manera de actuar, una manera de proyectarnos entre nosotros mismos y para con los demás.

Si miramos a nuestro alrededor, todavía- y no sin malestar- apreciamos que unos cuantos apelan al individualismo, al “sálvese quien pueda”, ignorando a sus semejantes; otros, por suerte muchísimos más, apelamos al beneficio colectivo, al trabajo intenso en aras de resultados alentadores y que nos permitan seguir adelante.

Para pensarnos como nación, tenemos que remontarnos a nuestra historia; ese rico devenir que nos sustenta y que nos hace ubicarnos de dónde venimos y hacia donde queremos ir.

¿Acaso piensa como país quien pretende seguir viviendo del esquilme y del atropello a sus conciudadanos? Sí porque no solo es individualista quien sube precios desmedidamente; también lo hace quien no presta un buen servicio, maltrata de obra y/o palabra a otra persona, desconoce lo estipulado o lo implementa según su fuero personal y no apegado a la letra de la legislación en el rango de que se trate.

Hay muchas maneras de pensar en colectivo y una de ellas es teniendo presente el legado martiano. Me viene a la menta ahora mismo uno de sus apotegmas en el que nos llama a cumplir cada uno la parte del deber que le corresponde para que nadie pueda vencernos. Y de eso se trata; de que donde quiera que nos toque, cumplamos con lo que debemos y siempre que podamos, portemos un poco más.

Nuestro Estado y Gobierno sigue pensando para Cuba; demostración de ello son las más reciente medidas económicas anunciadas y que se verán muy pronto materializadas cuando, en el mes de agosto, los trabajadores del sector presupuestado reciban el aumento salarial, lo que- sin dudas- les permitirá un mayor poder adquisitivo.

Bien lo dijo el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros en la clausura del III Período Ordinario de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular: “(…) quiero llamarnos a subordinar los intereses personales a los individuales sin negar ninguno de los dos, sino integrándolos. Me queda claro que en una sociedad humanista y solidaria como la nuestra, no se puede ser feliz individualmente. Apartando vanidades y egoísmos, practicando la honestidad, la laboriosidad, la decencia también estaremos aportando al Producto Interno Bruto.”

Ahí está la clave, todos juntos hacemos Cuba. Potenciemos lo mejor de cada uno de nosotros, porque hacia nosotros mismos vendrán los buenos resultados cuando pensamos Cuba.

 

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