Liberada la joven que asustó a Israel

Imágenes de esta niña propinando un golpe con la mano abierta en el rostro al militar israelí dieron la vuelta al mundo y motivaron la ira del régimen de Tel Aviv.

Los hechos ocurrieron el 19 de diciembre pasado en el curso de las protestas por el anuncio de Washington de que trasladaría su embajada a Jerusalén, en violación a los acuerdos internacionales que buscan una salida política al conflicto en el Oriente Medio.

Pocos días después Ahed y su madre, Nariman, fueron extraídas de su casa por medio de un fuerte operativo militar, ejecutado por tropas especiales bien armadas, y sometidas a un tribunal militar, donde se les pedían condenas de hasta 20 años o cadena perpetua, lo que levantó una oleada de repudio y condena en el mundo.

De acuerdo con el periodista Gideon Levy, del periódico Haaretz, la cólera de los acusadores radica en que la niña destrozó el mito de la masculinidad y el machismo de las tropas israelíes y por eso exigían un castigo desmesurado.

Durante los interrogatorios guardó un obstinado silencio e incluso se negó a decir su nombre, lo que también sacó de quicio a sus juzgadores que finalmente aceptaron un acuerdo para una condena de siete meses, a cambio de que Ahed aceptara cuatro de los 21 cargos en su contra.

La joven cumplió su injusta pena en medio de condiciones inhumanas, sometida a un régimen de completo aislamiento e incomunicada en un centro de máxima seguridad.

Tras su liberación, la joven palestina devenida símbolo de la resistencia de todo ese pueblo, declaró que salió de prisión más fortalecida y convencida de la necesidad de luchar por la causa de su pueblo.

Recordó a los prisioneros en las cárceles sionistas que tienen el derecho de permanecer callados y de no aceptar acusaciones caprichosas.

Según cálculos de organizaciones humanitarias en la actualidad hay por lo menos diez mil palestinos que están encarcelados sin cargos ni condenas, que sufren las injusticias de uno de los sistemas judiciales más arbitrarios del planeta.

Ahed Tamini comenzó a participar con nueve años en las manifestaciones por el derecho a un Estado palestino soberano e independiente y su familia ha sufrido en carne propia la represión sionista.

A un tío suyo lo asesinaron frente a ella durante una protesta en 2011, a uno de sus hermanos los soldados le partieron un brazo; su padre, Bassam Tamini, estuvo preso nueve veces, y la madre en cinco ocasiones.

Todos ellos viven en el pueblo de Nabi Saleh, en la Cisjordania ocupada, y su aldea está rodeada por una colonia ilegal judía, que los priva de agua a su capricho.

La vida y sufrimientos de esta menor no son una excepción en esta región del mundo donde el sionismo comete todo tipo de excesos, pero el valor sereno y firme con que Ahed Tamini enfrentó a sus captores sacudió numerosas conciencias y ojalá multiplique su efecto en un mundo dormido e indiferente.

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