Los miedos de los condicionales

La frase “Ser incondicional a la Revolución” los aterra. Para ellos es un término profano, dicen que es un verso extraño, no comprenden que es la expresión oral del camino elegido. Según el diccionario, incondicional, significa entre otras cosas, “totalmente partidario de una persona o una idea”. Pues sí, soy totalmente partidaria de Fidel y de sus ideas. Eusebio Leal Spengler, dijo “la lealtad y la incondicionalidad al líder de una revolución están en su culto a la verdad”, algo que Fidel practicó con verdadera devoción.

Sorprendentemente plantean que sería necesario un largo debate para explicar qué cosas son Revolución y Socialismo, dos términos archiconocidos, olímpica ignorancia u omisión mal intencionada, en cualquier caso se descalifican.

Desconocer el concepto de Revolución de Fidel, es inadmisible para un verdadero revolucionario, quienes lo somos los firmamos en total acuerdo con él.

No existía la opción parcialmente de acuerdo, por una sencilla razón, su contenido traza coherentemente un modelo que rinde culto a la justicia, la dignidad, la libertad, el humanismo, las virtudes, los valores, a la voluntad de luchar y vencer, a la fuerza de la razón y las ideas, así como a la fe en el futuro. Estar en desacuerdo con una parte de él, constituiría una incoherencia de pensamiento imposible de justificar o entender.

El conjunto de ideas que conforman ese concepto son ideas socialistas, por eso la Revolución tiene ese carácter, declarado irrevocable en nuestra Constitución, con la aprobación de más de 8 millones de cubanos. Algunas golondrinas no componen veranos.

Tergiversan y descontextualizan las palabras dichas por Fidel en la Conferencia en el ciclo de la Universidad Popular Educación y Revolución el 9/4/1961, según interpretan, fue un llamado a no ser incondicionales, que para estos “inconformes” es criticar para deslegitimar y finalmente desmontar.

Las palabras textuales del Jefe de la Revolución:

“Nosotros no le decimos al pueblo: ¡cree! Le decimos: ¡lee!”.

En el momento histórico en que las pronuncia, se estaba dirigiendo a un pueblo que comenzaba a sacudirse el lastre de la ignorancia, marcado por décadas de engaños y explotación, que ya era objeto de la guerra psicológica y las campañas de descredito contra la Revolución, desde el 26 de diciembre de 1960 se desarrollaba la ignominiosa Operación Peter Pan.

Fidel estaba llamando al pueblo a cultivarse, a estudiar para que no lo pudieran confundir y manipular los enemigos de la patria, para que estuviera en condiciones de hacer suya la revolución, entenderla, defenderla y desarrollarla, no a cuestionarlo todo hasta destruirla, como insinúan estos maestros de la manipulación.

Ser incondicional no significa cerrar los ojos ante lo mal hecho, ante los problemas y errores, ser incondicional para con la Revolución es precisamente lo contrario, es luchar por erradicar los males que la afectan, es no claudicar en los principios, es no anteponer mezquinos intereses personales por encima de los supremos de la nación, es no darle armas al enemigo para que la ataque, es no ser bipolares políticos, es estar dispuestos a cualquier sacrificio incluso a dar la vida por ella, eso es incondicionalidad.

Los miedos de estos instigadores a la autodestrucción llegan a su clímax cuando expresan, “se coreaba un lema espeluznante: Que lo sepan los nacidos y los que están por nacer, nacimos para vencer y no para ser vencidos”, según ellos por culpa de este “monstruoso” lema, no podían ser incondicionales, vaya hipocresía y supino desconocimiento de nuestra historia

Esa consigna no tiene nada de censurable, ni está dirigida a humillar, ni a atemorizar a ningún adversario, es una expresión de nuestra cubanía, del espíritu de lucha y fe en la victoria de nuestro pueblo, del orgullo de ser cubanos.

No hay lemas excluyentes, ni la Revolución lo ha sido, tampoco tiene la culpa de los que se han autoexcluido atacándola desde posiciones claramente contrarrevolucionarias o simuladas posturas revolucionarias, ellos eligieron el bando donde quieren estar, esa fue su decisión, no nos hacen falta.

Plantean que la frase, “la universidad es para los revolucionarios”, contradice a Martí, sin embargo olvidan que fue Martí quien precisamente dijo:

las revoluciones no se hacen con los que no lo son”

Y los alumnos universitarios, futuros profesionales, tendrán un peso y una responsabilidad muy importante en el desarrollo de nuestro proyecto social. ¿Cómo lo podrían impulsar si estuvieran en su contra? Sería imposible. Por lo tanto, es justo y legítimo priorizar la formación de profesionales revolucionarios, que son la mayoría.

El Che, en su discurso al recibir el doctorado honoris causa de la Universidad Central de las Villas el 28 de diciembre de 1959, argumentaba “Le tengo que decir que se pinte de negro, que se pinte de mulato, no sólo entre los alumnos, sino también entre los profesores, que se pinte de obrero y de campesino, que se pinte de pueblo”. Fidel en el estadio universitario, el 13 de marzo de 1959 declaró: “No solamente una patria limpia, no solamente una patria libre, no solamente una patria revolucionaria, sino también una universidad limpia, una universidad libre, una universidad revolucionaria”.

El objetivo real de estos escritos es descalificar las auténticas posiciones de defensa de la Revolución, crear la confusión, legitimarse como representantes del pueblo, presentar a los que los rebaten como extremistas, pretendiendo negarnos el derecho sagrado de defender la obra que estamos construyendo, mientras con perseverancia de roedores, intentan carcomer las bases que la sustentan.

Para estos judas, “cada vez que ataquen a la Revolución se les responderá”. No hay miedos de este lado.

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