Ante nuevos desafíos, más responsabilidad

Era un vaticinio que ya habían adelantado los expertos y científicos, pues todo estaba en dependencia de la aceleración en el proceso de vacunación masiva y los niveles de inmunidad que se fueran alcanzando en la población. Para nuestro país no había otra opción.

En ese paso se ha sobrepasado la cifra de más del 80 por ciento del total de la población cubana vacunada al menos con la primera dosis  al cierre del mes de septiembre, mientras un por ciento significativo también ha completado su esquema completo.

No sé si llamarle nueva normalidad o desescalamiento, término este último utilizado a nivel internacional, sin embargo, varios elementos comunes marcan el tránsito hacia esta etapa de recuperación después de un largo e intenso “pico pandémico” que no solo ha tenido su impacto en el orden social y económico, sino sobre todo en lo psicológico.

Ante nuevos desafíos, más responsabilidad

Primero es un tránsito gradual, progresivo, de restablecimiento de servicios cerrados, de nuevos entrenamientos y rutinas a asumir que deben tener una base imprescindible en las enseñanzas que nos deja cada momento vivido. Y una de ellas es el desterrar el exceso de confianza tras ser vacunados con las tres dosis, que puede resultar fatal porque aunque los riesgos de llegar a estadios graves o de críticos se minimiza extraordinariamente, sí podemos transmitir el virus hacia el resto de las personas, y peor aún a esa pequeña porción de la población cubana que todavía no ha recibido los beneficios de ninguna de las dosis de vacunas.

Existe suficiente enseñanza, práctica y conocimiento de la enfermedad como para saber que si la subestimamos se convierte nuevamente en enemigo potente y oportunista, y eso no debemos darnos el lujo de permitirlo. O sea, tropezar con la misma piedra, no sería inteligente.

Lo segundo, este lunes reinician sus clases los estudiantes de los grados terminales y también de la enseñanza técnica profesional y de los pedagógicos a similar nivel. Todos los aseguramientos están, el distanciamiento que debe existir entre un estudiante y el otro, las medidas de protección individuales, la información a padres y alumnos, la preparación de los maestros y profesores, en fin, condiciones objetivas y subjetivas que actúan como premisas para transitar con los mayores éxitos posibles.

Es una suerte, después de largos meses fuera de las aulas de manera presencial, donde los jóvenes y adolescentes comienzan a retornar paulatinamente a un estado natural, a compartir, confraternizar con la debida distancia física, a atemperar sus intereses y necesidades más allá de un simple celular, una tablet, un televisor, o un teléfono. Este período ha sido duro y muy complejo, todos lo sabemos.

Ante nuevos desafíos, más responsabilidad

De la misma manera en la capital del país centros de la gastronomía, piscinas, playas y gimnasios comenzaron a andar de forma paulatina, también atendiendo a un descenso sostenido de los enfermos con la COVID-19.

Similares decisiones, en dependencia de las características y evolución de la enfermedad, se comienzan a emprender en el resto de los diferentes territorios del país. Y sabemos que en el control de la enfermedad ha existido asimetría entre unos y otros, factor esencial a tener en cuenta a la hora de la toma de decisiones.

Por ejemplo, la Ministra de Educación, Ena Elsa Velásquez Cobiella anunciaba durante las últimas horas que hay provincias que postergarán para los próximos días el reinicio del curso escolar,  eso es inteligente y estratégico atendiendo a la situación sanitaria de cada una de ellas.

Sin embargo, lo más importantes es arrancar y hacerlo bien, consolidando cada medida, y conscientes de que nada será igual que antes. Y parte de los resultados y la sostenibilidad de este nuevo período que comenzamos a desandar, también dependerá de nuestra disciplina, rigor y exigencias individuales, familiares y comunitarias para ir recuperando terreno ante una enfermedad que durante un largo período nos ha puesto a prueba a todos.

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