No dejarnos confundir, para defender la Patria

Los enemigos de la Revolución Cubana tiran su credibilidad por la borda una y otra vez, porque ahora mismo cada discurso que utilizan en las plataformas digitales llevan consigo el sesgo político para satanizar y deslegitimar lo que hacemos, que tiene al pueblo mismo como protagonista, para resistir el embate imperial y avanzar con nuestras propias fuerzas.

El país se mueve, con su vanguardia política al frente, el Partido Comunista de Cuba, bajo tres pilares fundamentales: la batalla económica, la ideológica y la lucha por la Paz. Cuba se mueve desde el desarrollo de una batalla económica que lleva como premisa la resistencia creativa, y se expresa entre otras acciones, en la aprobación de medidas para flexibilizar el papel de la empresa estatal socialista – urgida de cambios y una reacción en cadena para incrementar la producción dirigida a la población-, en el sector agropecuario para potenciar renglones provenientes de este sector y quitar trabas en la cadena producción-transportación-comercialización, y más recientemente con la aprobación de la figura de las Mipymes (micro-pequeñas-medianas empresas) como nuevo actor económico nacional.

Cada medida está dirigida a potenciar la producción de bienes y servicios, ganar en calidad, a utilizar al máximo las fuerzas productivas existentes, a desatar inteligencias e iniciativas, tanto en el sector estatal como en las formas no estatales, sustituir importaciones y exportar para reaprovisionarnos y poder darle respuesta al mercado interno.

En lo social, el mayor ejemplo emerge en la tremenda transformación que comienza a apreciarse en los barrios más complejos de La Habana, experiencia que deberá extenderse hacia el resto del país porque llegó para quedarse. Y la base de esa transformación social ha estado en la unidad entre todas las fuerzas, encabezadas por las estructuras del gobierno municipales, junto al apoyo de Organismos Centrales del Estado y donde el punto de partida han sido las propuestas de la comunidad sobre qué desea modificar y por dónde empezar a partir de los recursos que se disponen.

La transformación en los barrios de mayor complejidad social en La Habana ha sido una de las experiencias más conmovedoras del actual año, porque al margen de estar dirigidas a recuperar aceras, calles, rehabilitar locales o hacer otros nuevos, incrementar servicios a la población, incorporar jóvenes desvinculados al trabajo, entre otras muchas acciones, ha tenido un componente común: el haber apuntado a ¨remover¨ el alma y el corazón de las personas bajo el principio de sedimentar la pertenencia a su pedacito, que es su Patria, su país.

¿Qué eso sino ideología? Luchar contra cualquier fuerza dominante dentro y fuera del país como expresa el concepto de Revolución de Fidel. Pero retomando el triste papel de nuestros enemigos, nada de lo anterior se reconoce, al contrario de manipula, tergiversa, les duele. Porque transformando con todos y para todos, cohesionando esa unidad necesaria en el barrio, también la Revolución sale fortalecida.

Por eso no podemos dejarnos distraer de lo esencial. Porque en la medida que consolidemos cada paso, con mayor participación ciudadana, perfeccionando nuestra sociedad, con el ser humano como el centro de todo y del propio sistema social socialista, escuchemos, interactuemos con nuestra gente, defendamos lo que es propiedad del pueblo y avancemos juntos, en esa misma medida estaremos cerrando las brechas por donde intenta penetrar el enemigo para dividir, sembrar el odio y la violencia desde la apuesta a una narrativa que no responde a los intereses aprobados en la Constitución y sí a los de una potencia extranjera que ha establecido una ¨guerra¨ económica e ideológica frontal a este pueblo desde hace más de seis décadas.

Apelar a historias de vida que hoy no son representativas, a falsas emociones, tras las que se esconden intereses mezquinos a favor del Imperio, eso nunca será defender a la Patria.

 

 

 

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