Con ecuanimidad, pero con agilidad, muchos pobladores ya adoptan medidas necesarias para reducir riesgos y vulnerabilidades, entre ellas la limpieza de tragantes y de azoteas, la colocación a buen resguardo de materiales de la construcción, y la poda de ramas de árboles que puedan representar un peligro.
Con la experiencia vivida el 25 de octubre del 2012, con el paso del devastador huracán Sandy, los santiagueros se centran también en otras cuestiones como precintar cristales, la autoevacuación en caso de que fuera necesario, y la acumulación de agua potable.
Aunque este viernes en la provincia hay sol y cielo despejado, se hace notar una brisa poco habitual y una temperatura ambiente más fresca que la acostumbrada en esta zona del país.
Las autoridades del territorio, los especialistas del Centro Provincial de Pronósticos del Instituto de Meteorología, las direcciones administrativas, y la población en general concentran su interés en preservar los recursos materiales, y en especial proteger la vida humana.
El huracán Matthew sigue por ahora una trayectoria similar a la del tristemente célebre Sandy, recuerdos que no se borran de la memoria de santiagueras y santiagueros.
Nunca antes hubo en esta tierra fenómeno natural más devastador, ni siquiera los numerosos temblores de tierra que la han sacudido, habían dejado tamaña destrucción.
Colapsó casi el 100 por ciento la electricidad, la telefonía y el suministro de agua, además de buena parte de los servicios públicos; miles de árboles se vinieron al suelo dejando un rastro de deforestación; más de 175 mil viviendas fueron afectadas, de las cuales una cifra superior a las 10 mil fue por derrumbe.
A pesar de las medidas de protección a la población se lamentó la muerte de nueve personas, y ni mencionar las millonarias pérdidas económicas.
Adoptar medidas para minimizar el impacto de Matthew es ahora la tarea fundamental en la que se empeñan todos en Santiago de Cuba.