Tornado en La Habana: la lección cubana para enfrentar la adversidad

El Tornado en La Habana el pasado 27 de enero de 2019 se ensañó sobre algunas zonas de cinco municipios habaneros con vientos superioes a los 300 kilómetros por hora. Capital donde habitan más de dos millones de personas.

Los cuantiosos daños que dejó el tornado, no amilanó la voluntad de los pobladores que, una vez que se produjo, salieron a restañar las negativas huellas de un fenómeno meteorológico de tal magnitud no visto con esa intensidad en Cuba, desde que uno de gran magnitudazotó la localidad de Bejucal, en La Habana, hace más de siete décadas.

No hubo que esperar mucho tiempo para que la solidaridad se desatara; desde todas partes del territorio nacional, comenzaron a llegar las primeras señales confirmatorias de que los habaneros no estaban, ni nunca estuvieron solos. En apenas unas horas, y tan pronto el tiempo lo permitió, desde varias provincias cubanas, diferentes brigadas de linieros -pinareños, mayabequenses, villaclareños, cienfuegueros, espirituanos- llegaron hasta la capital para iniciar de inmediato la restauración paulatina de la corriente eléctrica en los servicios más vitales.

Claro que la tarea no fue fácil; exigió y exige un grado alto de optimismo, organización y confianza; nadie, absolutamente nadie, quedará desamparado.

“Tenemos que realizar un plan detallado para la recuperación de las zonas devastadas y llevar a la población los recursos vitales que puedan necesitar”, enfatizaba el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba, Miguel Díaz Canel.

El Presidente Cubano exhortaba igualmente a “trabajar mañana, tarde y noche, para rescatar la vitalidad de la Habana: Debemos multiplicar en cada territorio el dolor en esfuerzo y realizar trabajos concretos, atendiendo a cada una de las familias afectadas particularmente, dijo.

Fíjese si la fuerza de la acción y la unidad son decisivas que, en pocas horas, la Ciudad de La Habana contó con el bombeo de agua, y hacia otros lugares se enviaron pipas para el abastecimiento del vital líquido a la población, se instalaron carpas para la venta de alimentos ligeros, así como grupos electrógenos dieron vitalidad necesaria a puntos clave, sin descuidar la atención priorizada a quienes lo perdieron todo.

Se diseñó además un dispositivo para enviar donaciones, entre ellas: ropas, alimentos y otros útiles para la atención a los más necesitados, que llegaron desde todas partes del país y se unió a una cuenta bancaria habilitada por el Estado para realizar donativos monetarios.

La solidaridad se ha impuesto. En La Habana, o cualquier otro territorio afectado, los cubanos sentimos siempre la cercanía afectiva de algún primo, hermano, padre, madre, amigo, en fin de los compatriotas todos, que hoy la necesitan. Por eso, a lo largo de tantos años de Revolución, hemos sobrevivido.

La Revolución, en su decursar, enarbola una ética que comenzó a fraguarse desde los tiempos de nuestras luchas independentistas, fue el mismo ideal con que Martí expresara un mes de noviembre del año 1881 “Con todos y para el bien de todos”. Esos gérmenes de la unidad, que es también la esencia de la nacionalidad cubana y de nuestra cultura nacional, robustece el sentimiento de cada hombre y mujer que vive en el archipiélago: la convicción de que aunque los daños son cuantiosos, nada podrá vencer la voluntad colectiva, cuando los esfuerzos de todo un país se tensan para lograr el objetivo de devolver la normalidad a cada territorio afectado.

Muchas personas más allá de las fronteras nacionales, que no conocen la idiosincrasia del cubano, quizás no alcancen a entender, cómo una nación bloqueada económicamente durante 60 años, desde el poderoso imperio de Estados Unidos, y que posee escasos recursos materiales, logra crecerse en los momentos más difíciles. La respuesta está desde su arma más poderosa: la unidad y la respuesta temprana ante la ocurrencia de fenómenos climatológicos de esta naturaleza, en este caso un tornado EF-4.

La unidad y la solidaridad no son quimera en Cuba, sino realidades concretas, materializadas en las estructuras de gobierno, la disposición de los recursos donde más se necesitan, la respuesta y diagnóstico diferenciado de cada problema con una visión sistémica, la participación del pueblo y la cooperación entre los territorios y entidades. Es el concepto de “Todos para uno y uno para todos”.

Y entonces confirmo la veracidad del Concepto de Revolución enarbolado por nuestro líder histórico Fidel Castro, cuando apuntaba la necesidad de “emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; de desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; de defender valores en los que creemos al precio de cualquier sacrificio…”

El tornado ocurrido el pasado 27 de enero en La Habana ha sido otro claro desafío a la voluntad de los cubanos, pero la solidaridad y la unidad de todo su pueblo, se impondrán siempre.

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