Internet del Comportamiento: ¿invasión a la privacidad?

Uno de sus inconvenientes es la  invasión a la privacidad, que se lleva a cabo de manera más o menos oculta. Se estima que las actividades del 40 % de la población mundial, tres billones de personas, se rastrean digitalmente para influir en su comportamiento.

Se especula que IOB desafiará «lo que significa ser humano en el mundo digital», se está en una etapa de transición, que va de la adopción de la tecnología a ser poseídos por ella. La IOB combina tecnologías ya existentes enfocadas directamente en el individuo, big data, reconocimiento facial, rastreo de la ubicación, información financiera, de indicadores de salud, y otros. Esos datos se correlacionan con otros eventos como compras, nivel de vida, desempeño profesional y roles familiares.

Las posibilidades de Internet de las Cosas (IOT por su sigla en inglés), para recopilar información, son enormes. Según estima la empresa Contentstack, IOT incluía, a mediados de 2019, 27 000 millones de dispositivos, y en el año 2020, se llegaría a más de 75 000 millones. Se considera que IOT es la parte inferior de una pirámide que reúne las «aguas de varios ríos» en un gran lago de datos que, una vez procesados, se transforman en conocimiento.

Por ejemplo, una aplicación de salud en un smartphone digitaliza los datos de la dieta, los patrones de sueño, la frecuencia cardíaca o los niveles de azúcar en la sangre de un usuario. Con esos datos, la aplicación alerta sobre valores fuera de rango, y sugiere, a través del facultativo, qué acciones se deben acometer. Pero esa misma información podría ser usada por un tercero para ofrecer otros servicios.

Autor