El camino del amor

No en vano, el poeta, novelista y ensayista libanés Gibran Jalil, sentenció: “Cuando el amor te indique, síguelo aunque sus caminos sean arduos y empinados. Y cuando sus alas te cerquen, entrégate aunque la espada oculta en sus plumas pueda herirte. Y cuando te hable, cree en él. El amor te corona, te lleva hacia otro mundo y hace que luches por un mejor destino”.

¿Es entonces querer lo mismo que amar? Mucho también han debatido sobre el tema los expertos. En mi opinión, existe una gran diferencia en ambos conceptos.

El querer es un deseo efímero, una pretensión donde todo nos parece perfecto; sin embargo, el sentirse enamorado resulta un hecho más intenso y duradero, va más allá de un simple anhelo.

Para amar es necesario observar de cerca y percibir los defectos y virtudes de la otra persona; es la concreción del sentimiento, es edificar un proyecto de vida, cuidar de él, por lo cual resulta lógico que exista una preocupación hacia el otro y seamos capaces de hacer de todo para lograr su felicidad.

Si pudiéramos entender completamente el amor, quizás perdería su magia. Tal vez vivimos en las más precarias de las condiciones, pero después de experimentar esa sensación única todo cambia, pues sentimos que algo impulsa aún más nuestra vida, es por ello, que no podemos existir sin él.

Aprender a enunciarlo a escala social y reconocer hasta qué grado es admisible la expresión de los afectos, son componentes clave a la hora de experimentar dicho sentimiento.

El amor, cuya reciprocidad nos completa y hace sentir dichosos, está de pláceme hoy. Aprovechemos entonces, y demostremos y demos gracias por formar parte de nuestras vidas.

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