El entierro del ALCA (+Audio)

Allí suspiró por última vez el intento de Estados Unidos por crear en la región un Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA), con un marcado carácter hegemónico.

«Aquí en Mar del Plata está la tumba del ALCA», expresó el Comandante Hugo Chávez al iniciar un memorable discurso de casi tres horas.

Durante la III Cumbre de los Pueblos, celebrada bajo una persistente lluvia en el estadio marplatense, el líder de la Revolución Bolivariana resumía lo sucedido al afirmar que se había sepultado el ALCA, “pero eso no significaba que estaba muerto el capitalismo”.

Durante el encuentro popular, que sesionó paralelo a la Cumbre de las Américas, varios líderes de la región, entre ellos el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, se unieron para rechazar las intenciones de Estados Unidos de convertir a América Latina y el Caribe en un satélite de su política mediante el Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA).

El entonces mandatario venezolano denunció que «el ALCA lo que buscaba era consolidar el poder económico de las grandes transnacionales y de las élites que han dominado estos países durante mucho tiempo”.

En aquella histórica Cumbre de Mar del Plata, la forma en que se desterró ese engendro neoliberal, fue una muestra enorme de la capacidad de los pueblos para articularse y vencer.

La imposición del Área de Libre Comercio para las Américas no fue posible; sin embargo, en todo el período transcurrido desde el entierro del ALCA la potencia hegemónica ha continuado dando evidencias de no desistir de sus objetivos.

Se ha desplegado una fuerte contraofensiva de la derecha en América Latina y el Caribe para derrocar a los gobiernos progresistas.

Ciertamente, para retomar la ofensiva de los movimientos y partidos de izquierda es indispensable la consolidación de los actuales procesos de cambio, lo cual requiere ir más allá, profundizando las transformaciones sociales en marcha.

Importantes retos se evidencian para las fuerzas populares de la región ante los persistentes intentos de las oligarquías, la derecha más reaccionaria y sus aliados externos, para hacer retroceder las conquistas ganadas por la izquierda latinoamericana y caribeña.

Debemos recordar que al iniciar la década de los noventa del siglo XX, mientras la izquierda internacional asistía al derrumbe del socialismo en la Unión Soviética y Europa del Este; en América Latina representantes de partidos y movimientos sociales, impulsados por el luchador brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y el Comandante Fidel Castro, crearon un espacio de diálogo dentro de la diversidad, pero apostando a la unión y la integración, lo que se convirtió en el Foro de Sao Paulo, que en 1993 realizó su IV encuentro en La Habana.

En la clausura de la cita en la capital cubana, en el contexto de una situación compleja para el país, el líder de la Revolución, Fidel Castro, decía: “…qué menos podemos hacer nosotros y qué menos puede hacer la izquierda latinoamericana para crear una conciencia a favor de la unidad, eso debería estar inscrito en la banderas de la izquierda. Con socialismo o sin socialismo. Aquellos que piensen que el socialismo es una posibilidad y quieran luchar por el socialismo… pero aún aquellos que no conciban el socialismo, aún como países capitalistas, ningún porvenir tendríamos sin la unidad y sin la integración”.

En todas sus dimensiones, hoy se libra una lucha feroz en América Latina y el Caribe entre las fuerzas oligárquicas y las populares.

La gran batalla que las fuerzas de izquierda y progresistas de la región tienen ante sí no es tarea fácil: de un lado, el enfrentamiento a la actual contraofensiva reaccionaria; y del otro, la identificación y erradicación constructiva de sus limitaciones y errores.

La izquierda latinoamericana vive una hora crucial y es hora de una nueva oleada para profundizar el largo recorrido por los caminos de la emancipación.

El desafío es muy complejo. Pero, tampoco lo fue fácil, para grandes líderes de la región como el Comandante Hugo Chávez, quien nos sigue emocionando cuando escuchamos su emblemática frase pronunciada el 4 de noviembre de 2005: “Hemos traído una pala (…) porque aquí en Mar del Plata está la tumba del ALCA”.

“¡Alca, Alca, al carajo!” Las estremecedoras palabras del líder de la Revolución Bolivariana se quedaron para siempre en la historia de la resistencia de los pueblos latinoamericanos.

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