El Moncada, la luz

El tirano Batista se agitaba en su madriguera; había ocurrido algo que no esperó hasta aquel momento: la rebeldía popular. La impotencia de los esbirros ante tan colosal gesta los impulsó a ordenar el asesinato de diez jóvenes por cada soldado caído en combate. Como nunca antes se impuso el terror.

Semanas después, Fidel y varios combatientes fueron hechos prisioneros. En el momento de su captura hubo un intento de asesinato, impedido por un hombre de honor, el teniente Sarría.

Meses más tarde, el juicio por la acción, donde Fidel ejerció su autodefensa y pronunció el alegato histórico La Historia me Absolverá, en el que expuso las razones de la rebeldía ante un régimen ilegal; denunció también el latrocinio, la corrupción y la injusticia social que prevalecían en aquella república a medias encadenada a los designios yanquis.

La prisión fue un periodo difícil para Fidel, Raúl y sus compañeros de lucha. Hubo intentos de asesinato del joven líder de la naciente Revolución que fueron denunciados por él mismo. Tras un indulto fruto de presiones de la opinión pública, y en el desespero por edulcorar su ensangrentada imagen, la tiranía los excarcela. Las declaraciones de Fidel no se hicieron esperar.

Los crueles años en el otrora Presidio Modelo, de Isla de Pinos, sirvieron para la reflexión de los combatientes y precisar el rumbo a seguir por el bien de la Patria. Aquella fue, como sabemos, la «prisión fecunda». El tiempo estuvo de parte de los jóvenes patriotas.

El ideario martiano había reencarnado en el alma de Fidel, por lo que el intrépido revolucionario y sus compañeros impidieron que el Apóstol muriera en el año de su Centenario; evitaron que su memoria se extinguiera para siempre. Martí volvió a nacer, esta vez multiplicado en aquellos jóvenes y otros que posteriormente se incorporaron a la lucha.

El 26 de julio de 1953, a pesar del dolor y la sangre, es un día de júbilo como lo fue el Grito de la Demajagua. El siglo XX contempló el parto de una era de combates y renovación nacional; de redención y lucha por la justicia social plena.

Gracias a la gesta del Moncada tuvimos posteriormente un Movimiento 26 de Julio que en los tiempos de la Guerra de Liberación cuyo próximo capítulo se abriría con el Granma y la lucha en la Sierra Maestra; sería la guía política de un proyecto humanista que llega hasta nuestros días.

El Moncada prendió la luz de la esperanza, fue la acción que sacudió los cimientos de nuestra conciencia nacional; representó, además, la víspera de un amanecer donde la dignidad plena del hombre sería, al fin, el primer culto de los cubanos. Fidel, junto con Martí, vive en cada minuto, en todo nuestro quehacer cotidiano. Nos laten en la piel, lo mismo que la sangre corre rauda por nuestras venas.

 

Eso y más fue y es el Moncada: Victoria de las Ideas.

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