Allí, el Coordinador informó al Comandante Ernesto Che Guevara los pasos que se habían dado, recibiendo instrucciones precisas.
El encuentro entre Fidel y Cantillo se produjo el 28 de diciembre, en el Central Oriente, en Palma Soriano, y en el que el general batistiano se comprometió a rendir, sin combate alguno, el Cuartel Moncada.
Quedó bien precisado por Fidel que no aceptaría bajo ningún concepto movimiento alguno dentro de las fuerzas armadas de Batista que permitiera la fuga del tirano y de sus principales secuaces entre los que figuraban asesinos, torturadores y los elementos más corruptos de la sociedad cubana de entonces.
En la realidad de los hechos, Cantillo traiciona los acuerdos adoptados en la reunión con Fidel.
La Embajada de Estados Unidos, si bien aceptaba la salida de Batista de Cuba, estaba a favor de cualquier movimiento de los oficiales de la tiranía para hacer abortar el triunfo de la Revolución, y a la vez apoyar la instauración de una Junta Cívico-Militar.
Precisamente, con la anuencia de la embajada norteamericana, Cantillo daría un golpe militar, que tendría de inmediato una rápida y enérgica reacción revolucionaria con el llamado a la Huelga General ordenada por Fidel y la orden de hacer avanzar, inconteniblemente, a todas las columnas guerrilleras para producir la rápida toma de ciudades, pueblos, y hacer rendir fortalezas y cuarteles militares, a lo largo y ancho del país.
Así cayó en manos del Ejército Rebelde, el Cuartel Moncada de Santiago de Cuba, la ciudad de Santa Clara y también las fortalezas de la Cabaña y Columbia, en La Habana, por el empuje de las fuerzas del Che y Camilo, respectivamente.
El respaldo más vigoroso y decisivo de la población a las fuerzas revolucionarias encabezadas por Fidel, haría trizas los planes del Departamento de Estado de Estados Unidos, de la Embajada norteamericana en La Habana, de la burguesía y los residuos de la dictadura.
La victoria definitiva del pueblo no pudo ser impedida. Se consumaba otro sueño, el de nuestros próceres y de todos los caídos a partir del 10 de octubre de 1868.
El último mensaje cursado al Comandante en Jefe a través del servicio radiotelegráfico clandestino en claves del Movimiento 26 de Julio ocurrió un día después de la victoria del 1 de enero de 1959.
En el texto se informaba de la situación revolucionaria que vivía la capital del país, culminando así nuestros enlaces desde un centro de transmisiones que la dictadura jamás pudo descubrir.
Horas después, la Caravana de la Victoria salía de Santiago de Cuba hacia La Habana, en la que entraría triunfante el 8 de enero de 1959.