El Secretario General de la ONU, Antonio Guterrez, recientemente ha afirmado: “el mundo está entrando en la era del caos”, “ es una peligrosa e impredecible ley de la selva, donde reina la impunidad con amenazas como la crisis climática desbocada, una inteligencia artificial (IA) sin regulaciones”, “instituciones internacionales no representativas y desigualdades cada vez más agudas”.
Otras verdades mencionó- Guterrez-, al afirmar que “el sistema internacional tiene dos urgencias primordiales: la reforma del Consejo de Seguridad “que nunca estuvo tan mal por sus divisiones” y, además que “las instituciones financieras globales tienen un diseño anticuado, disfuncional e injusto, que tanto favorece a los países ricos que lo diseñaron”. Me parece que nadie, en su sano juicio, puede rebatir tales verdades, aunque como usted sabe hay muchos que no tienen juicio y mucho menos sano.
Veamos el caso de su Consejo de Seguridad, el que fue parido ya enfermo dadas sus muy evidentes e injustas contradicciones. Lo integran 15 países: se concibió para que sólo 5 disfrutaran del derecho al veto y que, además, fueran de los poderosos, es decir, ninguno del mundo pobre. Por supuesto, de presentarse la necesidad urgente de condenar a un país, siempre debía ser de los humildes y explotados; pero si se quería señalar a EE.UU. u otro aliado, se producía el veto del primero y, como se dice, se cerraba el dominó.
Todo ello a pesar de que en el Artículo 1 de la Carta se plantea claramente que “La Organización está basada en el principio de la igualdad soberana de sus miembros”. Y, por otra parte la Carta también recoge hasta la prohibición del uso de la fuerza en las relaciones internacionales y derechos como el de la vida y el no sometimiento a esclavitud ni torturas, entre otros derechos. Ya sabe quiénes lo incumplen.
Ahora bien, como apreciará he mencionado solo algunos aspectos que me han parecido de gran interés para insistir, una y otra vez, en lo que ya es evidente para muchos, pero no para los pocos: la enorme brecha que persiste entre el mundo rico y el pobre. Y todo como un insulto y burla a esta humanidad que, muy posiblemente, se encuentra al borde de un precipicio, precisamente por el desenfreno de gobernantes sin escrúpulos y millonarios que lo son encaramados en las espaldas de los que crean y fundan, los pueblos. Pero lo que causa un verdadero horror es comprobar cómo muchos se mantienen a la esquiva a pesar de ser partícipes indirectos por cobardes o ambiciosos, y dedican su vida política al encubrimiento para no molestar al señor imperio.
La sacrosanta Unión Europea se rasga la piel y exhibe sin sonrojo alguno su desnudez, repleta de mezquindades e injusticias históricas y actuales; dice amar a Dios, pero tras las cortinas pacta con el Diablo. Y calla, no toma partido, y ve pasar el cadáver de los oprimidos de siempre, coronándose así como criminal. Otros son figuras de gobierno que, en insultante vasallaje visitan la cueva de los opresores y brindan por el “respeto a los derechos humanos dando vivas a la democracia”, pero escondiendo a sus espaldas las manos ensangrentadas. Y los medios de comunicación poderosos sin patria ni vergüenza, cuyo fin primordial es cubrir al opresor, mintiendo y distorsionando, porque resulta un gran negocio de millones. ¡Al diablo el decoro y la ética, porque entorpece mis ambiciones!
Hay otros que aplauden el crimen pero solapadamente, no se dejan ver, y aseguran que “todo está escrito”, “así es el mundo”. Son los de la cama y el sillón. A esos, de manera magistral, se refirió nuestro Martí: “Hombres hay para el pesebre que viven de estrujar y de engullir; hombres de corral, a la verdad que en el cieno están bien, que es blando y engorda.”
¡Basta de tribunas sin acción!, Hay tareas que no pueden ser postergadas. En la lucha frontal tiene que incluirse la REFUNDACIÓN DE LA ORGANIZACIÓN DE NACIONES UNIDAS.
Llega nuevamente con su verbo estremecedor nuestro Maestro José Martí:
“Los pueblos que se cansan de defenderse llegan a halar, como las bestias, el carro de sus amos”.