La paloma y el águila

Sus nativos eran seres muy nobles y laboriosos, tanto que convivían en plena armonía, ganando el título de Paloma, la misma que hasta nuestros días representa la paz, sublime palabra que tanto ansían los pueblos.

Aquella porción de tierra hermosa debió llamarse ¡la isla Paloma!, pero no fue así, sus conquistadores decidieron nombrarla Cuba.

La paloma y su gran amigo el Tocororo, volaban incesantemente sobre tanta maravilla que parecía un sueño: miles de aves bellísimas entre las que se distinguía la Mariposa; infinidad de animalitos jugueteaban entre los arbustos, hasta el propio cocuyo que insistía en alumbrar las noches; niños hermosos intentando ayudar a sus padres en las faenas del campo para el sustento a costa de mucho sudor, y una mujer joven empeñada en hacer bocados para su prole; el aire era puro y el cielo  aún más.

Pero ¡qué lástima!. En medio de tanta paz se apareció un ave siniestra, gigante y depredadora, llamada Águila empañada de adueñarse de aquella tierra bendecida por la naturaleza; sus nativos, espantados. veían con horror como para lograrlo aleteaba furiosa contra ellos para ignorarlos y hasta matarlos, en nombre de la civilización de un país de la lejana Europa. Y fue así mucho tiempo.

El conquistador de allá quedó suplantado por otro de más acá, porque se había convertido en la misma Águila, pero esa vez más pérfida y aviesa. Como aquella quería robarle sus riquezas y convertirla en una posesión más de su nación. Fue así durante muchos años, pero al pájaro insolente y despiadado le esperaba una sorpresa que jamás imaginó.

Un brillante día de enero, hace ya sesenta años, la Paloma, erguida, hermosa, retó al Águila y la venció; pero ésta era muy especial porque se empeñó en convertirse en barbas y verde olivo. Así fue, así es y así será.

La Cuba Paloma ahora sigue siendo hermosa, muchos en el mundo la admiran, quieren conocerla más de cerca, se empeñan, lo logran y quedan entusiasmados por sus gentes nobles empeñados siempre en seguir de pie y no bajar la frente.

Pero llegando a la conclusión de esta pequeñísima historia, se puede asegurar que hoy, como nunca antes, el Águila es aborrecida por los pueblos que sufren sus desmanes e injusticias, mientras que mi Paloma es, cada día, más querida por su ejemplo, sobre todo logrado por aquel de las barbas y vestido de verde olivo.

«La honra puede ser mancillada. La justicia puede ser vendida. Todo puede ser desgarrado. Pero la noción del bien flota sobre todo, y no naufraga jamás» . José Martí.

 

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