Cada 13 de febrero se celebra el Día Mundial de la Radio. Así acontece desde el 2012 cuando un año antes se proclamó por la Asamblea General de las Naciones Unidas. A más de un siglo y caracterizada por su dinámica, ningún otro sistema de comunicación ha podido desplazarla.
Este medio sobrevive y, a la vez, necesita adecuarse a los actuales derroteros signados por las nuevas tecnologías de la información y las telecomunicaciones. Como acontece en todo, la Radio está llamada a renovarse y asumir nuevos paradigmas. Hasta entonces lo ha conseguido, y mientras tanto los retos aumentan.
Cada año, a tono con esta celebración, la ONU lanza un tema. Para 2025 el llamado es La radio y el cambio climático: una herramienta poderosa para la acción climática. En esta ocasión se convoca a una labor informadora en un mundo amenazado por el propio hombre.
La convocatoria es bien seria. Proyectar su quehacer y funcionar en base a lo que se le pide, resulta complicado. Los contenidos que se creen deberán estar dotados de suficiente sensibilidad para no entender sus mensajes como algo reiterado que linde con el aburrimiento e incluso el rechazo.
¿Cómo lograr ese cometido? Humanizando los mensajes, apelando a lo que convenza y hacerlo de manera ilustrativa, anecdótica y dialogada, poniendo en función de eso todos los recursos del lenguaje radiofónico.
Hay que conquistar corazones e involucrarlos en el ideal supremo del bien planetario, mostrar su aplicación en las vidas de cada uno. El cambio climático es una realidad. Sus efectos nocivos son palpables.
Cada persona necesita conocer la parte de responsabilidad que le toca. En eso la Radio puede ayudar. En primer lugar desde su concepto de ubicuidad. Hace falta saber qué hacer desde la realidad propia, que cada uno conozca su rol en el contexto donde vive.
Poner todos los recursos del lenguaje sonoro en función de ese propósito. Apelar a la amenidad propia de este medio, dejando de lado el mensaje frío y reiterado que muchas veces provoca apatía o rechazo.
Quien escuche deberá saber qué gana para sí y para su comunidad si protege el medioambiente de los embates del cambio climático.
Sugiramos qué hacer con una batería de litio gastada; cómo y dónde deshacernos de ella para proteger la biodiversidad a sabiendas que, de no seguir las normas, eso tendería al agravamiento de las condiciones ambientales. Por qué no arrojar residuos plásticos ni bolsas de polietileno en cualquier parte, ni en ríos, playas o mares, acción compromete la salud de la fauna acuícola. Concienciar por qué la quema de desechos afecta el oxígeno que resulta imprescindible para la vida. Son algunos ejemplos.
Más allá de la nota fría contenida en un spot o mensaje, urge apelar a la variedad de géneros radiales existentes y aprovecharlos del modo más creativo.
El llamado actual en este Día Mundial que se refiere a La radio y el cambio climático: una herramienta poderosa para la acción climática es un quehacer que no deberá limitarse a los 365 días que resten para otra celebración.
La Radio con su vitalidad, el dinamismo y la interactividad como característica inmanente, está convocada en cada rincón del mundo – incluso en cada rincón de nuestro país -, a asumir la batalla contra los efectos adversos del cambio climático.
Hagámoslo de forma creativa y amena en los espacios informativos y de opinión con argumentos verificables a partir de fuentes serias. Aplíquese un espíritu analítico proyectado hacia las causas que agravan la situación climática. Desde esa perspectiva y la necesaria sinergia con instituciones especializadas, propongamos conductas tendientes a soluciones.
Una Radio cada vez más científica y actual. Hacerla con el llamado de la ONU para esta celebración, con estilo y profesionalidad para retos y desafíos por venir.