Nuevos aires para nuestra América

Seguramente que él es el principal convencido que su lucha será extremadamente difícil, pero también es verdad que las grandes obras humanas siempre, e inexorablemente, han costado precios muy altos.

Ahora su vecino poderoso comenzará a tejer planes perversos para que Andrés Manuel López Obrador desvíe su rumbo a favor, y sobre todo, de los pobres; empezarán a clasificarlo como comunista, como si serlo fuera una vergüenza; dirán que es un gobierno populista e incapaz, que no hay democracia y tampoco respeta los derechos humanos en su versión libre de derechos que tanto ha costado a esta humanidad.

Y en definitiva, como de seguro no será incondicional, entonces merece el castigo imperial.

Gente buena de pueblo dicen que tiene proyectos de gobierno un tanto atrevidos o por encima de la realidad; otros sencillamente, no le conceden posibilidades de triunfo, dado el vecino de los muros, los alambres de púas, los rifles de asalto, las jaulas para niños, y el gas lacrimógeno, así como su desprecio hacia los mexicanos que ve como seres inferiores; pero otros, en los que me incluyo, sienten un gozo enorme en ver resplandecer en este hombre -que por su arrojo parece joven-, las ansias de hacer el bien a toda costa a sus hermanos mexicanos.

Ciertamente, cuando se lee con detenimiento su programa de gobierno, podemos comprobar que lo más importante de un presidente es su honestidad, y su fe inquebrantable en el pueblo; es también una prueba de que es posible la diversidad de ideas dentro de la unión por un mundo más justo.

Dos aspectos de su programa definen con la mayor exactitud las loables intenciones de este hombre. El primero es cuando reafirma el compromiso de «no mentir, no robar y no traicionar al pueblo».

Y el segundo cuando dice que: «vamos a darle atención especial a los pueblos indígenas de México; es una ignominia que nuestros pueblos originarios vivan desde hace siglos bajo la opresión y el racismo, con la pobreza y la marginación a cuestas. Todos los programas del gobierno tendrán como población preferente a los pueblos indígenas de las diversas culturas del país».

Es por ello que debemos abrazar estas ideas, porque se descubre en ellas que marcan una diferencia abismal entre lo dicho por el ilustre mexicano y los que, históricamente, prometen con cinismo inaudito lo que después incumplen, burlándose así del sufrido pueblo mexicano.

Así que bienvenido  presidente. Lo felicitamos de corazón. Si usted logra su proyecto, pasará sin duda  al concierto de los buenos históricos. Y sentirá lo más preciado: el agradecimiento de los pobres olvidados. No hay recompensa mayor. Que así sea.

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