Ese texto presidencial es un hecho favorable en el camino del mejoramiento de las relaciones bilaterales, no solo porque establece una política pública hacia nuestro país, sino porque vuelve a reconocer la legitimidad del gobierno cubano como serio interlocutor.
La declaración gubernamental trata de darle perdurabilidad a la política actual de Estados Unidos hacia Cuba, aunque por supuesto, no esconde los particulares intereses históricos de Washington hacia nuestro país.
Jimmy Carter hizo la primera Directiva presidencial sobre Cuba, pero fue un texto secreto y marcado por los embates de la Guerra Fría, y en particular por la presencia internacionalista cubana en Angola, y las estrechas relaciones con la ex Uni’on de Rep’ublicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Tibias medidas
La directiva presidencial de la administración Obama sobre Cuba estuvo acompañada por un grupo de decisiones que modifican algunos aspectos del bloqueo, pero esa intervención es tan tibia que apenas puede ser considerada como un paquetico de medidas.
Queda aún por ver, si esas decisiones van acompañadas de una voluntad gubernamental que las convierta en realidad y no pase como ya sucedió con la autorización al empleo del dólar en las transacciones comerciales, que se aprobó, pero no funciona en la práctica.
En general, el enfoque de Obama es constructivo y hasta positivo, pero, aunque marcha en la dirección adecuada, aún los pasos son insuficientes.
Es algo así como el pitcher que se prepara, mira fijo al bateador y al catcher antes de lanzar una recta de humo, pero el descontrol le juega una mala pasada y no puede marcar un espectacular strike.