Es común en nuestros tiempos escuchar la palabra imperio y asociada a ella algún que otro calificativo en el empeño, siempre correcto, de develar sus tan probadas mezquindades, intromisiones, injerencias, cinismo, hipocresía, ansias de mantener su hegemonía sin importar los muertos que la sostiene, y muchas más características tan repudiables por la humanidad. No obstante, la tal práctica común y frecuente se ve opacada en ocasiones por limitaciones de espacio, excepto cuando se publican estudios muy meritorios sobre su historia, características etc. Esta es la razón por la que pretendo contribuir, modestamente, al conocimiento sobre todo de la juventud, con esta simple aproximación a las características del imperio. Por el momento, solo me referiré a peculiaridades, digamos que esenciales. Veamos:
Mal nacieron al mundo, allá por 1776 con un germen en su sangre que les hace estar convencidos de ser seres superiores, y los demás, pues, simplemente subordinados, cautivos, esclavos, ignorantes, incivilizados, más una gran cohorte de sumisos, alabarderos y cancerberos. Dicen ser un ejemplo de democracia, aún cuando por simple lógica se conoce lo contrario, y que se comprueba, incluso, hasta con su desfachatado sistema de elecciones, como una verdadera payasada, o mejor, como lo definió nuestro Martí al asegurar que “es recia y nauseabunda una campaña presidencial en Estados Unidos”. Claro, este ejemplo es un simple asomo, pues hay mucha tela que cortar demostrando que su propia existencia es una contradicción hasta insultante del significado de la palabra democracia.
Fabulosas cifras del presupuesto yanqui se destinan a la defensa (y uno se pregunta por qué defensa, cuando son ellos, precisamente los victimarios de este mundo); y en comparación sumas raquíticas para el mejoramiento de sus grandes males internos y la cooperación al desarrollo que merecen los países que han sido esquilmados por ellos. Y para coronar tanta crueldad y mantener sus grandes intereses, cuentan con bases militares rodeando al mundo, algo así como gendarmes cuidando sus intereses o, en otro caso, simplemente para atacar sin piedad a cualquier oscuro rincón del mundo, como dijo el tristemente célebre el presidente Bush.
Ese país también posee el gran mérito de tener la mayor población carcelaria del mundo, donde guardan prisión hasta de por vida menores de edad. Y no es posible obviar los ataques que con tanta frecuencia sufren las escuelas y lugares públicos, consecuencia de disparos de armas poderosas, causantes de gran cantidad de muertos, todo lo cual se ha convertido en un problema social endémico, mientras los altos dirigentes manifiestan “estar consternados” y “debemos resolver este problema con urgencia”.
Es el país de las guerras. Baste mencionar que, según estudios recientes, entre 1945 y 1999 se produjeron 67 intervenciones militares de EE.UU. en distintos lugares del mundo. En todos los casos el objetivo siempre se cumple: dominar, robar recursos naturales o, en otros casos, salir beneficiados en los llamados Tratados de Reciprocidad (o burla descarada); pero también destruir centros de poder de otros países, y hasta masacrar pueblos enteros para lograr sus siniestros fines. Sirvan como simples ejemplos la matanza increíble que se produjo en el barrio El Chorrillo de Panamá, las guerras contra Afganistán, Irak, Viet Nam, Corea, México, República Dominicana, invasión –no lograda- a Cuba y muchas etc más. En definitiva, un estudio reciente muestra que, desde su fundación como nación, hasta el año 2019 Estados Unidos ha participado en casi 400 guerras en todo el mundo, siempre con el menor costo de vidas estadounidenses.
Está demostrado totalmente que el territorio de ese país históricamente ha sido refugio seguro de todo tipo de lacra social, como terroristas internacionales, presidentes corruptos y dictadores, mafiosos, en fin…muchos más siniestros personajes. Por otra parte, puede asegurarse que en todas las ocasiones que se han producido golpes de Estado el imperio siempre está presente directa o indirectamente, conociéndose de antemano el objetivo de someter a sus gobernantes de izquierda a los designios del monstruo. Son, asimismo, detestables como ladrones de activos ajenos, vulgares ladrones y apropiación forzosa de territorios de otros países; también muy especializados en guerra mediática; y, para colmo de males bloqueos criminales y apoyo a genocidios. Faltan muchos ejemplos, pero, por el momento, no tengo más espacio. Ojalá les sirva a muchachos y muchachas. Gracias.
“Los monopolios se nutren de los cadáveres que nos traen las guerras”