Identidad cubana: la forja perpetua (III) Las primeras letras

Su descubrimiento se debe al narrador José Antonio Echeverría en el 1837. La tomó de Historia de la Isla y Catedral de Cuba del obispo Pedro Agustín Morell de Santa Cruz. Resulta «un reflejo de aquellos años formativos de la vida histórica de Cuba  (…) de sus rasgos distintivos frente a la metrópoli» (2)

Narra los hechos del secuestro del obispo de Bayamo, Don Juan de las Cabezas Altamirano por el pirata Gilberto Girón, y su rescate por un grupo de vecinos encabezados por el esclavo Salvador Golomón. Y así lo canta:

«¡Oh, Salvador criollo, negro honrado! / ¡Vuele tu fama, y nunca se consuma; /que en alabanza de tan buen soldado / es bien que no se cansen lengua y pluma!»

Ese «criollo, negro honrado» es casi impensable en los albores del siglo XVII, cuando se afirma fue escrita la pieza. La conversión del «negro» en «criollo», no resulta un simple cambio de vocablo. Se trata de una cualificación en el proceso de distinción entre «lo hispano» y «lo cubano».

El término criollo se aplicó primero despectivamente al negro nacido en tierra americana. Luego se extendió sin distinción racial y acabó ganando espesor, para designar a todo el que tenía por cuna a la llamada «América española».

Criollo, por antonomasia, será Pepe Antonio, aquel que se levanta con su tropa, frente a la invasión inglesa de La Habana en 1762.

Todavía la literatura aportará otros matices, marcando la diferencia de la naturaleza antillana de la peninsular. Tales son los casos de Manuel de Zequeira (1764-1847) con su poema «A la Piña» y Manuel Justo de Rubalcava (1769-1806) y su «Silva Cubana».

«Más suave que la pera / en Cuba es la gratísima guayaba / al gusto lisonjera,y la que en dulce todo el mundo alaba, / cuya planta exquisita / divierte al hombre y aún la sed limita (…) Amable más que el guindo / Y que el árbol precioso de la uva / Es acá el Tamarindo».

La prédica filosófica de grandes maestros, la fundación de instituciones capitales para la sociedad y el surgimiento de publicaciones periódicas hacia finales de los 1700,marcarán una eclosión en la forja perpetua de la identidad cubana… pero ese es tema de la cuarta parte de esta serie.

NOTAS

  • “La poesía de Cuba durante los siglos XVI y XVII. Estudio de la obra de Silvestre de Balboa y de los sonetistas «en Historia de la literatura cubana, Tomo I, Instituto de Literatura y Lingüística José Antonio Portuondo», Editorial Letras Cubanas, 2002, p.16.
  • cit., p. 15.

 

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