La gran diferencia

Y en medio de tanto desastre, dolido como toda la familia cubana, he meditado mucho acerca de lo que la Revolución Cubana ha logrado.

Debo recordar a algunos que Cuba es el país que cuenta con el mejor y más eficiente sistema de Defensa Civil que incluye la total protección a la población y a los bienes y recursos materiales, alimentos, equipos, maquinarias etc., en resumen, constituye un referente a nivel global reconocido así por la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Naturalmente, cuando aún tenemos tan fresco el sonido de las ráfagas de vientos y la lluvia incesante, no podía faltar la acción de algunos medios intentando sacar partido hasta del dolor de nuestro pueblo.

Como ya es habitual se han comentado mentiras y distorsiones, y también minimizado el valor de nuestras instituciones administrativas, políticas y sociales en función de restañar los daños en el menor tiempo posible.

Es como un festín macabro del odio y la mentira. Todo esto sucedía mientras el pueblo, junto a sus autoridades en un solo haz, se volcaba masivamente a las calles de ciudades y poblados para contribuir significativamente a devolver la imagen anterior de todo lo destruido.

Hoy por hoy ya nadie se atreve a discutir el valor de convocatoria tan grande que existe en nuestro país, de modo tal que en corto tiempo brigadas de constructores, linieros y otras fuerzas se movilizaron para apoyar a los territorios más afectados, con un orden lógico de prioridades, sin que nadie exija beneficios económicos.

Tan desconocida también la magnífica labor que se desarrolla para proteger a la población mediante un eficiente sistema de albergues provisionales para evitar pérdidas de vidas humanas, por supuesto con todas las condiciones de alimentación y atención a la salud.

Tratando de resumir un tanto las ideas, puede asegurarse que ante las situaciones de desastres naturales queda involucrado todo un pueblo de manera espontánea; nadie le ordena que mantenga una actitud solidaria, hombres y mujeres lo hacen por su alto sentido humano y, claro está, también por nuestra idiosincrasia, acostumbrados a la ayuda fraterna bajo las peores circunstancias.

En Cuba no hay que esperar a que un grupo de burócratas, de bolsillos abultados y sin ningún sentido altruista, se reúna en oficinas refrigeradas para decidir qué acciones económicas se han de adoptar para una posible ayuda a los territorios afectados.

Claro, en todos los casos hay que tener en cuenta las características del lugar dañado. Por ejemplo, si se trata de New Orleans, ciudad estadounidense de bajo nivel económico y habitada por negros, entonces no es recomendable apurar la ayuda, y por tanto deben esperar varios años para la recuperación.

Pero se actúa inversamente cuando el estado es New York o cualquier otro considerado rico. Mire usted qué peculiar sentido de justicia tienen estos señores que andan en busca permanente de los lunares ajenos y no ven los propios.

Mientras estos personajes hacen gala de su sistema putrefacto, los cubanos y cubanas sienten, muy sinceramente, el dolor de muchos norteamericanos que sufren también los efectos del mismo huracán Irma. Esa es LA GRAN DIFERENCIA.

Disculpen por la extensión, pero me impacta mucho parte de una letra de canción del popular dúo cubano Buena Fe referido a los medios, y quiero compartir con usted

Parece que al mundo sucede lo que a la CNN le da por poner. A ver los pobres sonrían a la cámara que aquí les va una foto del cuarto poder. Lo malo que hagan se va a amplificar; se va a manipular lo que hagan regular; lo bueno que hagan se va a silenciar. Bienvenido al mundo real» 

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