Trump y su proyectado viaje a Colombia y Argentina

De seguro, el jefe de la Casa Blanca tendrá en su mira, como prioridad, la desintegración de los organismos regionales como UNASUR, el ALBA- TCP y la CELAC, fortaleciendo al mismo tiempo su espaldarazo a los gobiernos sumisos a su política exterior, con el apoyo de la Organización de Estados Americanos, OEA, para cualquier intervención en la región.

Trump efectuará el proyectado viaje rodeado de escándalos y  acusaciones, y de renuncias de sus más cercanos colaboradores.

¿Por qué empezar una gira en la región, precisamente por Colombia,  el país con nueve bases militares de Estados Unidos? Lo que está visible, como fundamento, es el cerco o bloqueo asfixiante, económico y financiero que ha impuesto la administración estadounidense al heroico pueblo de Venezuela.

En Colombia, Trump tendrá oídos sordos a los cientos de asesinatos de luchadores sociales, un verdadero genocidio, que tiene lugar en esa nación desde los gobiernos de Uribe, de Santos y ahora de Iván Duque.  Baste señalar que solo en lo que va de año (2018) fueron asesinados unos 160 de esos dirigentes sin que las autoridades  gubernamentales hayan intervenido para la investigación y captura de los autores materiales e intelectuales, en lo mucho que han tenido que ver las bandas paramilitares en connivencia con el ejército.

Por si ello fuera poco, Colombia muestra un peligro real para los pueblos de la región  por su estrecha vinculación con la OTAN, organización belicista controlada por Estados Unidos, al tener la condición de socio global. Además, habría que preguntarse si con el nuevo gobierno de Colombia podrán avanzar o no los acuerdos de paz firmados  con la guerrilla de las FARC-EP, en La Habana.

En Argentina, no cesan las manifestaciones  en contra del gobierno entreguista neoliberal de Mauricio Macri, y en rechazo de las garras financieras del FMI, los incontables despidos, la inflación galopante y el aumento indetenible de la pobreza.  

Qué esperar de un gobierno que ha autorizado la construcción de bases militares estadounidenses con la justificación de que servirán para combatir el terrorismo y el narcotráfico comprometiendo así su soberanía, cuando en realidad servirán para los planes expansionistas y de control regional por parte de el Gigante de las Siete Leguas, como le llamara nuestro José Martí, a Estados Unidos.

Donald Trump no intentará resolver los problemas enunciados, todos derivados de un capitalismo internacional en decadencia, pero sumamente agresivo y del cual él es su máximo representante. Hará uso, por supuesto, de su retórica constante como émulo de lo más reaccionario al estilo Hitler y como enemigo jurado de los pueblos que aspiran a un mundo mejor.

En el contexto interno y externo de Estados Unidos cabe hacerse  algunas preguntas.

¿Qué hacer con el presupuesto militar más grande de la historia de Estados Unidos, aprobado recientemente?

¿Quedará como una aprobación simple para beneficio de los magnates de la industria armamentista estadounidense, para modernizar esa industria, o para llevar a cabo agresiones militares en cualquier región del bloque terráqueo?

Trump, indudablemente, ha reiniciado, como su actuación lo demuestra, el camino ya vencido de la Guerra Fría.

Dado que Trump es un presidente caracterizado por su inestabilidad en la mayoría de sus decisiones y más aún de no respetar acuerdos con otros jefes de Estado después de encuentros previos,  o de cancelar o violar por su cuenta otros con organizaciones internacionales  como son la ONU, la UNESCO y la Comunidad Europea, verá dos países en profundas crisis internas; Colombia y Argentina.

Sin embargo, el mandatario de la Casa Blanca no retrocederá en sus planes agresivos, – con el acompañamiento de sus agencias de inteligencia y de la OEA -, de derrocar a los gobiernos que mantienen las banderas progresistas frente a las oligarquías nacionales y el papel decisivo, e incomprensible de los parlamentos y jueces que antes derribaron a los gobiernos de Manuel Zelaya en Honduras y Fernando Lugo, en Paraguay.

Tales golpes anunciaban la arremetida imperialista contra la unidad latinoamericana y caribeña y de la asunción de poderes judiciales convertidos en verdaderos poderes detrás de los tronos presidenciales.

Cuanto acontece en ese sentido, ello se constata en Brasil con el caso de Lula, inocente de todos los cargos imputados y que ahora el Tribunal Superior Electoral y la Corte Suprema le niegan la posibilidad de ser candidato a las elecciones presidenciales del presente año.  Algo parecido sucede con Cristina Fernández de Kirchner, a quien la maquinaria judicial le imputa supuestos hechos por los que deberá comparecer a juicio, en el mes de febrero de 2019.  

Solo son ejemplos latentes y que tienen como objetivo borrar toda posibilidad de retorno presidencial a figuras de prestigio nacional que han dejado  grandes huellas, de arrastre popular, por  importantes medidas que adoptaron de carácter social y económico a favor de sus pueblos.

Antes de la llegada de Trump a Colombia, tendrá lugar, en el presente mes, el ejercicio militar aéreo – naval internacional conocido con el nombre de Unitas LIX-2018, en el Caribe, con la participación de fuerzas armadas de varios países latinoamericanos – que incluye a Colombia como país anfitrión pero también a Argentina-,  Estados Unidos, Inglaterra y Canadá.  No sería ingenuo pensar que en su esencia el mismo puede contemplar otros planes más precisos de agresión contra Venezuela- cuya última acción fue el intento de magnicidio contra el presidente Nicolás Maduro -, bajo el pretexto de ser una amenaza  para la seguridad regional y también nacional estadounidense.

Huelga de docentes contra el gobierno y las medidas de Macri en Argentina

Realice  o NO Donald Trump su anunciado viaje en noviembre. La realidad de lo que acontece en los países a visitar tiende a convertirse en situaciones explosivas, donde las masas, en especial en Argentina, resisten, denuncian y luchan en las calles con una tendencia a buscar la unidad de las fuerzas populares frente a los desmanes del gobierno de Macri.  Esperemos. La historia no se detiene.

Ante la arremetida neoliberal e imperialista,  así como de las corruptelas parlamentarias y jueces corruptos, se impone la mayor resistencia y combatividad por parte de las masas. Ese debe ser el camino, no otro.

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