Consumismo vs. Supervivencia

Cuando en junio de 1992 concluyó la denominada Cumbre de la Tierra, en Río de Janeiro, todos albergábamos la esperanza de que los políticos hubieran decidido al fin colocar en sus agendas de trabajo las acciones que permitirían resolver o mitigar los problemas ambientales que aquejaban, y todavía aquejan, al planeta. Sin embargo, desafortunadamente, no ha sido así, y cada vez que de forma sucesiva se efectuaron las evaluaciones de cumplimiento de aquellos compromisos (Nueva York, 1997 y Johannesburgo, 2002) se comprobó justamente todo lo contrario.  En ello han tenido la mayor incidencia los países altamente desarrollados que con sus patrones de producción y de consumo afectan sustantivamente la capacidad de sostenibilidad del planeta.

El llamado de Kyoto

El análisis de este tema no puede ser lineal, aunque tenemos algunas regularidades importantes. En primer lugar está el caso de los Estados Unidos de América, que resulta ser el país que más contribuye en la emisión de los gases de efecto invernadero y sin embargo su gobierno se ha negado a ratificar el Protocolo de Kyoto y adquirir compromisos de reducción a partir del 2008. Este es también el país que en el reciente informe de la WWF , dado a conocer en octubre del pasado año en Beijing, se sitúa como el de mayor huella ecológica, denotando así la extraordinaria intensidad de consumo y uso de los recursos naturales, que excedan la capacidad de su restablecimiento.

Por otra parte, los miembros de la Unión Europea, en sentido general han mantenido una actitud más consecuente con los acuerdos adoptados en Río de Janeiro y con lo dispuesto en las diferentes convenciones y protocolos ambientales vigentes hoy día. Sin embargo, tampoco hacia su interior encontramos homogeneidad en el tratamiento que sus gobiernos confieren a los diferentes temas de la agenda ambiental global. Muy pocos de estos países han cumplimentado su compromiso de transferir fondos equivalentes al 0,7% de su PIB a los países menos desarrollados para que puedan enfrentar su desarrollo económico y social sostenible. Es más, en algunos de ellos se han incumplido las cuotas establecidas por el Protocolo de Kyoto.

El debate principal que se lleva a cabo hoy en la arena internacional gira alrededor del problema global vinculado al cambio climático y sus impactos, así como las medidas que deben adoptarse para su mitigación y adaptación.

Con el cambio climático se vinculan el resto de los problemas globales ambientales pues se interrelaciona con la pérdida de biodiversidad, con los procesos de deforestación, desertificación y sequía, con la escasez de agua, con la contaminación de las aguas, los suelos y la atmósfera, con la presión sobre los recursos naturales. En general, estamos ante un asunto tremendamente complejo, para lo cual muchos de los gobiernos del planeta no solo no reaccionan, sino que no están debidamente informados y preparados. Así nos encontramos en ocasiones declaraciones que en su propio texto son contradictorias y hasta resultan incomprensibles.

En los debates que tienen lugar en las reuniones ambientales internacionales se aprecia una posición más consecuente entre los países que conforman el Grupo de los 77 + China, que exigen un verdadero cambio de actitud de los países desarrollados, defendiendo el cumplimiento de los Principios de la Declaración de Río y oponiéndose a las maniobras dilatorias y diversionistas, cuyo principal exponente es el gobierno de los Estados Unidos de América.

Aristas de un problema

Por supuesto que la visión sobre los problemas ambientales globales y su solución es diferente según se trate de un país subdesarrollado  o desarrollado. 

En primer lugar, hay un reconocimiento generalizado, aunque discutido en la práctica por varios países industrializados, del principio que establece que las responsabilidades son comunes pero diferenciadas en la contribución al surgimiento de los problemas ambientales globales. Por lo general los países menos desarrollados fueron colonias de los que hoy integran el selecto grupo de los más desarrollados, quienes explotaron con intensidad sus recursos naturales y luego los dejaron en una total dependencia económica y financiera.

En segundo lugar, el enriquecimiento y fortalecimiento económico de las antiguas metrópolis y de otros pocos países que fueron emergiendo como potencias mundiales, conllevó al establecimiento de patrones de producción y consumo basados en el uso intensivo e irracional de los recursos naturales, principalmente los combustibles fósiles, con vistas a garantizar su base industrial y la transportación. La expansión geopolítica de los bloques desarrollados confirió a este asunto un ingrediente adicional al ambiental, provocando conflictos bélicos, intervenciones y ocupaciones que se mantienen hasta el día de hoy.

Un tercer aspecto que caracteriza la diferencia de visiones, radica en el hecho de que los países desarrollados han hecho muy poco por reducir la brecha que existe con los subdesarrollados, a pesar de compromisos y acuerdos. Si verdaderamente se deseara resolver alguno de los problemas ambientales globales o al menos mitigar sus impactos en los países menos desarrollados, entonces se estaría cumpliendo con la transferencia de tecnologías adecuadas y limpias y con el 0,7% del PIB para favorecer el desarrollo de las economías más atrasadas, se implementarían acciones encaminadas a eliminar el intercambio desigual, se fortalecerían las infraestructuras técnicas y el capital humano. Solo de esta manera los países subdesarrollados del Sur podrían entender que el Norte rico verdaderamente estaría dando pasos concretos y positivos.

A nuestro juicio estos son los tres argumentos principales que fundamentan una visión diferente desde el punto de vista de los países subdesarrollados. Evidentemente esta visión no solo es para los aspectos ambientales, son válidos también para los análisis de cualquier tema económico, político o social.

Subdesarrollo y  consumismo

Tenemos entonces un contrapunteo entre el subdesarrollo y el consumismo desenfrenado de los países ricos. En ambos casos se generan problemas ambientales de diferentes cualidades y magnitudes, con impactos disímiles y diferenciados. El subdesarrollo es sinónimo de la pobreza extrema con problemas de acceso a los servicios de agua potable y saneamiento, así como en la disposición y el tratamiento de los desechos líquidos y sólidos, la carencia de recursos naturales o la limitación de la soberanía o la tecnología para su empleo, la incidencia de la deforestación, la degradación de los suelos, la sequía y la pérdida de diversidad biológica. Los países subdesarrollados también son los que más sufren los impactos del cambio climático, pues son los más vulnerables.

Los absurdos e irracionales patrones de producción y consumo de los países capitalistas y sus modelos globalizadores neoliberales constituyen las causas principales de los grandes problemas ambientales a nivel planetario, como es el caso del cambio climático. Las economías desarrolladas son muy dependientes de los combustibles fósiles y de otros recursos naturales y ello determina su gran contribución en la emisión de gases de efectos invernaderos y gases agotadores de la capa de ozono. Esta dependencia determina su voracidad por los hidrocarburos, los minerales estratégicos y otras materias primas que explotan indiscriminadamente en los países del Sur.

De esta manera, en lo general, los países desarrollados no presentan los mismos problemas ambientales de los países subdesarrollados en cuanto a la pobreza extrema, la falta de agua y saneamiento, la disposición de los residuales y otros similares, de carácter más local,  sino que son en primer lugar los principales responsables de los problemas ambientales del planeta y además están también sometidos a los impactos del cambio climático, la pérdida de la biodiversidad, la contaminación de las aguas y la atmósfera y el agotamiento de la capa de ozono.

Esta dicotomía genera además otro problema, el vinculado al destino del financiamiento, pues los países donantes son precisamente los desarrollados, que a su vez controlan a los organismos encargados de la identificación de los problemas ambientales globales y sus prioridades y por tanto no incluyen en sus objetivos la solución de los denominados problemas ambientales locales, como son el saneamiento, la degradación de las tierras, la disposición de los desechos sólidos urbanos, la deforestación, entre otros. Sobre la solución de estos problemas, y otros vinculados al medio ambiente, Cuba, tiene buenos ejemplos que mostrar.

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