En lo que fuera el teatro Mariana Grajales y en sus alrededores, se inauguró en 1968, el canal de televisión Tele Rebelde, primero construido por la Revolución. En su polígono, se ve a muchos jóvenes practicando deportes. Allí se refugian las personas de los edificios cercanos, cuando hay algún temblor en la telúrica ciudad.
Pañoletas, cámaras, refugio. Eso es ahora. Este fue el Cuartel Moncada. Curiosamente debía su nombre a que en sus calabozos estuvo apresado el patriota mambí, Guillermo Moncada, a quien todos conocían por Guillermón.
Un 26 de julio, una madrugada de 1953, cubanos con vergüenza, encabezados por Fidel, asaltaron la segunda fortaleza militar del país. Otros asaltaron el cuartel Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo, «hartos de esperar la esperanza que no vino».
En Santiago de Cuba era tiempo de carnaval, pero ellos «Iban decididos por la carretera… / Por todo el paisaje se abrió la bandera», ha dicho el Indio Naborí en su célebre poema Era la mañana de la Santa Ana. La posteridad los ha reconocido como «La Generación del Centenario», pues conicidió con la celebración de los cien años del natalicio de nuestro Héroe Nacional, José Martí.
La posta tres fue la puerta de la historia. Por ella entraron, aunque el factor sorpresa se frustró y la victoria militar no se lograra entonces. El 26 de julio fue declarado Día de la Rebeldía Nacional.
El museo 26 de Julio, instalado en una de las áreas del otrora cuartel, guarda en su pared frontal los impactos de los proyectiles de aquel día. Al subir la escalera, aparecen los detalles y las reliquias de la valiente acción. Armas, maquetas, fotografías, trajes agujereados, ensangrentados…
Cuando paso cerca de los muros del Moncada, pienso en la sangre generosa vertida; mas escucho la algazara de los pioneros antes de entrar a las aulas. La valentía es siempre fuente de inspiración. Así lo canta. Omara Portuondo, la Diva del Buena Vista Social Club: «en el surco que abrió nuestra diario labor… en la risa infantil… siempre es 26».