La noticia es una nueva confirmación de que ni bloqueos genocidas, ni leyes como la Helms-Burton, limarán la confianza y la apuesta del empresariado mundial por la isla.
Este acuerdo será refrendado oficialmente este jueves, y constituye una buena nueva para el mercado cubano y otro paso en la recuperación de la industria alimentaria nacional, que por obsolescencia tecnológica y otras limitaciones se veía obligada a importar miles de toneladas de estos productos.
Pavol Kozik, director general y propietario de la empresa eslovaca, explicó que la inversión prevista por un monto de 40,9 millones de pesos incluye la instalación de la más moderna tecnología existente, que permitirá la entrega de productos para el mercado cubano y hacia la exportación.
Dijo, asimismo, que cuando concluya la reconversión tecnológica, la nueva fábrica que se edificará en Caibarién, Villa Clara, dispondrá de una capacidad productiva de más de 12 000 toneladas anuales, distribuidas en diferentes surtidos: galletas dulces regulares y cremadas, sorbetos, caramelos y chupa chupas, además de cereales para desayunos, bajo las marcas Guaní y Toco.
El presidente de Coralsa, Nelson Arias Moreno, explicó las ventajas de lo pactado para ambas partes, y señaló que el proceso inversionista está planificado para realizarse en los próximos cinco años, en diferentes etapas, en la primera de las cuales elaborará galletas y sorbetos; y luego en 2023, el resto de las producciones.
Para tener una idea del valor y la importancia del acuerdo alcanzado, baste decir que, en los últimos cinco años, Cuba importó más de 41 500 toneladas de confituras, y como promedio anual unas 8 400, lo que significó una erogación de casi 157,8 millones de dólares.