Después de largos y difíciles años de incansable lucha, y luego de que Fernando González y René González, cumplieran íntegramente sus injustas condenas, el 17 de diciembre de 2014 arribaron a Cuba Gerardo Hernández, Ramón Labañino y Antonio Guerrero, luego de los históricos acuerdos alcanzados entre La Habana y Washington.
Pero, ¿cómo los Cinco encontraron Cuba después de más de 16 años de ausencia? Las respuestas de aquellos que nos enseñaron durante ese tiempo de su infinita lealtad, dignidad y valentía, son también lecciones invaluables.
Los Cinco regresaron y desde entonces construyen el país junto a su pueblo, enfrentando nuevos desafíos.
René, como dijiste en tu alegato: no perdemos las esperanzas en la raza humana y en su capacidad de guiarse por los buenos valores, después de todo, como tú, tampoco creo que Washington, Jefferson y Lincoln fueran mayoría en la época en que les tocó dejar sus huellas en la historia de esa nación.
Lo cierto es que como expresaste, ustedes siguieron apelando a esos valores y a la vocación por la verdad del pueblo norteamericano con toda la paciencia, la fe y el coraje que les pudo infundir el crimen de ser dignos.
Fernando, también tú nos enseñaste que todo hombre que se respeta a sí mismo, se debe antes que nada a su Patria. En los años de presidio te acompañó siempre la dignidad que aprendiste de nuestro pueblo y de su historia.
Ramón, cumpliste lo que sentenciaste con firmeza. ¡Llevaste el uniforme de recluso con el mismo honor y orgullo con que un soldado lleva sus más preciadas insignias! Advertiste que era un juicio político y, como tal, ustedes eran prisioneros políticos! ¡Aquí está escrita la historia: y ella se encargó de hacer verdadera justicia!
Gerardo, sufrimos por todos tus hermanos, pero especialmente contigo se nos oprimía el corazón. La fiscalía consideró que debías pasar el resto de tu vida en una cárcel.
Sin embargo, confiaste en que si no era en ese, en algún otro nivel del sistema, la razón y la justicia prevalecerían por encima de los prejuicios políticos y los deseos de venganza, y se comprendería que ustedes no habían hecho ningún daño a ese país, que mereciera semejante condena.
Lamentaste no tener más que una vida para entregar a tu Patria. Y durante todos estos años tu situación fue motivo de angustia para millones de cubanos, por eso no te asombres cuando niños, jóvenes, adultos y ancianos quieran todo el tiempo besarte y abrazarte. Es que tu hermano René, desde su regreso, nos recordaba a toda hora que si no nos movilizábamos con efectividad, tú podías morir en la prisión.
Tony, en tu memorable alegato, tomaste los versos libres de Martí: Y citaste al poeta uruguayo y universal Mario Benedetti: «…la victoria estará como yo ahí nomás germinando…»
Tenías razón, porque al final están en la Patria, libres y victoriosos frente a ese Sol que les fue negado.
Gracias a los Cinco por su decoro y coraje, y sobre todo, gracias a «los necios», que siguen construyendo Cuba.
Escuche otros detalles en el siguiente material en audio, de la periodista Angélica Paredes López, de Radio Rebelde: