Cada inicio de julio hace más de cuatro décadas vivo el Festival del Caribe, también conocido como Fiesta del Fuego. Las calles de Santiago de Cuba se llenan de colores y cantos, de artistas defensores de las tradiciones; aunque este es un festejo plural que también recibe a académicos y poetas.
Es una cita de reafirmación y reconocimiento de nuestra mixtura, de visibilidad de las pequeñas islas, de los grupos tantas veces marginados, lugar de confluencias para el Caribe en su propio entorno y más allá.
El espectáculo del pasacalle conocido como Desfile de la Serpiente es eminentemente visual y parecería, a primera vista, que la radio tradicional poco tiene que hacer en un Festival como este; pero la radio se ha lanzado, se ha vuelto transmedial y tiene (jamás olvidarlo) la maravilla del sonido: sonido para ver, como bien se ha dicho.
Hablando de sonidos y de reinvenciones, nunca olvidaré el diálogo que sostuve frente al micrófono con un músico de Curazao que hablaba en… papiamento, lengua criolla de base portuguesa y que incorpora elementos procedentes del holandés, del inglés, del español, del arahuaco, de diversas lenguas africanas. Fue la música el gran puente que hizo posible el intercambio… y un poco de una lengua, y un poco de la otra.
El Festival del Caribe es una vorágine. Me ha permitido ponerme en contacto con grandes personalidades del arte y las letras. Solo voy a citar algunos, como la inolvidable cantante dominicana Sonia Silvestre, el Nobel colombiano Gabriel García Márquez, la folclorista Totó La Momposina y el poeta brasileño Thiago de Melo. De estos encuentros, ha salido más de una evocación.
La radio ha sido tribuna lo mismo para el coro de Bahamas que para la reina del carnaval de Aruba, para los ejecutantes del arpa llanera venezolana o de la afamada escuela de percusión Olodum del estado brasileño de Bahía, para antropólogos y arqueólogos, para poetas y pintores.
La radio también se vuelve un Festival, como corresponde, para acompañar este enorme esfuerzo descolonizador que alumbra calles, plazas e instituciones de Santiago de Cuba. Contar los saberes, cantar los maravillas. Les acompaño la reseña con unas imágenes de mi colega Olber Gutierrez, que ha vivido asombrado su primer pasacalle.