Miguel Barnet: No creo en la muerte (II)

-¿Le interesan los temas de parasicología?

-Muchísimo. Yo he sentido una teléfono sonar o han tocado a la puerta de mi casa y ha sido una ilusión. En ocasiones, de madrugada he soñado que están tocando a la puerta y he ido y no ha habido nadie, pero cuando me encamino hacia la cama tocan por  primera vez. Yo he previsto ese toque, lo he intuido en mi sueño. A mi no me gusta soñar porque mis sueños casi todos se cumplen. A veces sueño cosas divertidas, pero en otras con cosas terribles. Creo que la parasicología es una ciencia que hay que estudiar a fondo y de hecho se está haciendo en el mundo Sobre este tema pienso que lo más potente no es la computadora, ni la fibra óptica, sino la mente humana.

-¿Cree en el regreso de los muertos?.

-No creo en la muerte, que es otra cosa. Lo seres humanos no mueren del todo. Y no te hablo como un espiritista. Para mi no hay esencia que flote Se trata de que las acciones del hombre, durante su vida, dejan huellas incisivas que no se borran. Esto indica que el hombre realmente nunca muere. Yo no creo en los muertos Digamos que fulano ha muerto físicamente, pero ¿y sus actos de todos los días, lo que va dejando atrás con su proyección?.Y no hablo de si construyo un edificio, hablo de su espiritualidad, de su carisma, de la estela que deja el hombre y la mujer y que tiene un magnetismo que siento yo, despierto. No hablo con los muertos, porque ese es el espiritismo de cordón, de botella, formas que no practico, pero yo sí me comunico con los muertos, que es distinto.  No hablo en el lenguaje que hemos aprendido a articular, pero me comunico con los muertos. Creo que la oración, la invocación de posmuertos, el culto a ellos nos ayuda a vivir, porque esas fuerzas y energías que han dejado, cuando han tenido una relación directa con uno, nos ayudan a la conformación de la vida propia y nos ayudan a apuntalarnos en ella. Yo, por ejemplo, tengo una comunicación muy directa con José Martí, Rubén Martínez Villena, Fernando Ortiz y Rita Montaner. Me comunico con ellos constantemente, dialogo. Están muertos aparentemente para los demás, para mí están vivos, más vivos que mucha gente que están en la cola de la bodega o que pasan por debajo de mi balcón. Esos sí están muertos.

-¿Relee?

-Sobre todo la Biblia y algunos pasajes de Quijote—también El siglo de las luces, porque me da alientos. Los jóvenes debieran leer la obra de Mark Twain, que a mi me  hizo mucho bien, la gran poesía del Siglo de Oro…El Quijote. Son obras bien escritas y alientan la acción, la vida, alientan anos desgastarse, a no desilusionarse, a no caer en un estado depresivo, porque eso sí estatal y entonces sí estaríamos hablando de posmuertos que existen en vida.

-¿Cómo lo ha tratado el cine a usted?.

-No soy aficionado al cine. El cine es una industria que a veces se acerca al arte, pero es tan complicado y complejo. Participan muchas personas y sobre todo tantas ineptas e improvisadas que me resulta desagradable trabajar en esos colectivos. Agradezco lo que se ha hecho con mi obra, pero no quiero tener más experiencias cinematográficas. El cine es demasiado tortuoso Yo disfruto las películas grandes y soy fanático de Fellini, Visconti, Arthur Penn…Godar me gusta mucho. A veces salgo del cine conmovido, pero ¡qué va¡ me queda más un párrafo de una buena novela, un poema enraizado en mí. Eso queda con una solidez compacta en mí. Además, la lectura te permite esa sensación tremenda de una comunicación directa, aparte de la meditación. Eso no te lo da el cine. El te da imagen trillada, masticada, bebida, recalentada, te la da hecha y a mí eso me molesta…¡qué atrevimiento. Qué osadía, qué desvergüenza a veces…¡

-¿Le gusta la Radio?-

-Sí… te permite pensar, imaginar. No escucho mucha radio

-¿Le gustan las telenovelas?.

-Para nada. Es un género digno como cualquier otro, pero no conozco alguna que me conmueva más que La Guerra y la Paz de Tolstoi o más que una lectura de una obra de Benito Pérez Galdós. Respeto a los escritores de telenovelas o de guiones de cine, pero respeto más a los escritores de novelas escritas, de libros. La telenovela tiene  una condición intrínseca y es que siempre hace concesiones y las hay magníficas, con excelente nivel actoral, pero siempre veo que por algún lugar asoma la oreja peluda de la concesión. Eso me irrita. Está bien que existan las telenovelas, pero la gente se acostumbra., es como un vicio. Las personas se sientan frente al televisor con una limonada y no leen un libro. Quizás otras personas hagan la apología de las telenovelas, pero no soy la persona indicada para hacerlo .

Respeto a los que la escriben, como también a los escritores radiales, pero a mi no me gusta que Laura, ese personaje hipotético que pudiera mencionar como ejemplo, tenga el rostro que quiera el director, el productor, el escritor, el actor y todo ese engranaje tan diabólico que hay en ese mundo de la industria del arte referido al cine y a la televisión. Yo quiero que Laura sea como la imagino Charles Dickens oWilliam Faulkner o Carpentier, o como me la imagino yo. Laura es como una sugerencia

-¿Qué  le parece el teatro que se está  haciendo en Cuba?

-Voy poco al teatro. Asisto más a los espectáculos de danza y ballet. Y eso es una deficiencia mía. El teatro sí me interesa porque tiene una comunicación directa con el público, es algo que está vivo. Respeto el mundo de los actores porque es muy sacrificado. El teatro es la esencia, incluso de la literatura: el hombre empezó haciendo pantomimas y luego  habló.

-¿Cree en la existencia de civilizaciones extraterrestres?.

-No he tenido ninguna comprobación de existencia de platillos voladores o de seres de otro planeta. He visto cosas raras en la superficie del mar, no en el cielo que es una especie de refracción de luces.

-De no haber nacido en Cuba ¿en que país hubiera querido nacer?.

-En Barcelona me sentía como pez en el agua. La gente tenía mi nariz, mis ojos. Siempre que regreso a Barcelona ocurre lo mismo. Quiere decir que la sangre tiene su llamado, su grito.

-Hablemos del estilo en literatura.

-El estilo es la respiración y el aire de uno, que también está reflejado en el contenido de las obras.

-¿De qué  se arrepiente en este mundo?.

– Tampoco arrepentirse es elegante…pero  me arrepiento de no haber dedicado más tiempo de mi juventud, que ya pasó, a la creación literaria. Ya no es así. En la medida en que los adioses a la juventud se van escuchando más cerca, una va siendo más exigente con el tiempo. Tampoco arrepentirse es elegante…pero ¿qué se va a hacer?.

Y de inmediato reviso mi agenda de trabajo y lanzó, flecha hacia el blanco, un nuevo grupo de preguntas que no dejaré fuera del tintero. Espero que los cibernautas tengan paciencia de la buena y lean la tercera parte y final de ésta entrevista que, como podrán finalmente comprobar, tendrá tres títulos diferentes. ¿Acaso una innovación?.

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