Mirta Aguirre: Ilustre intelectual cubana

Lo anterior se ajusta a la vida y a la obra de Mirta Aguirre que el 18 de octubre cumpliera el 102 aniversario de su nacimiento  Por extraños, y tal vez predecibles mecanismos del cerebro humano, hace ya muchos años y recorriendo lecturas infaltables de nuestro José Martí (de quien  aún nos queda mucho por descubrir) y a propósito de este acercamiento a la ilustre intelectual cubana, encontré una agrupación de ideas al pie de las cuales, instintivamente, escribí Mirta Aguirre.  Y cito las breves líneas martianas escritas en  1876: El pensamiento es comunicativo: su esencia está en la utilidad, y su utilidad en la expresión. La idea es su germen y la expresión su complemento.

Identificar la esencia de la vida y la obra de Mirta Aguirre con la profundidad de este pensamiento martiano, escrito 36 años antes de su  nacimiento,  es como ajustar una espada en su vaina con precisión milimétrica.

Mirta Aguirre fue una ensayista brillante, periodista, poeta  y militante política cubana que supo combinar sus estudios con su  entrega a la lucha revolucionaria desde los primeros años de su existencia. Se recuerda que al graduarse de Derecho trabaja como profesora universitaria en Cuba, a lo que habría que agregar su participación  en distintas agrupaciones comunistas y feministas, actividad que la condujo al exilio en México, unos años, por su postura opositora frente al  gobierno de Gerardo Machado. Y fue a su regreso a nuestro país que la vemos  dirigiendo  publicaciones, llegando a firmar importantísimos artículos, algunos de ellos premiados.

La militancia comunista de Mirta Aguirre y su integración en agrupaciones de tendencias marxistas y feministas le permite militar, además, en el Frente Nacional Antifascista y en la Sociedad Amigos de la URSS, lo que la llevó a participar en importantes Congresos en el extranjero que tuvieron como divisa la paz mundial. A este breve recuento le seguirán años decisivos en su vida revolucionaria que la integran a Alianza Femenina de Cuba y a la Liga Antimperialista, creada  por Julio Antonio Mella, en 1925, y no olvidar, en este breve periplo personal  que, siete años más tarde, ingresa en el Partido Comunista de Cuba.

En la vida intensa de Mirta Aguirre siempre signifio, además, dos importantes asuntos: su transitar por la universidad y la literatura donde se destaca en 1938  la publicación de  su primer libro de poemas titulado Presencia interior.

Una ensayista y crítica literaria se asienta en Mirta Aguirre y se perfila en el desarrollo de su vida cuando a partir de 1944 y durante nueve años  escribe la sección crítica de Cine, Teatro y Música del periódico Hoy, órgano del Partido Socialista Popular. Se trata de más  de dos mil artículos que le valieron notoriedad fuera del ámbito nacional. En diferentes épocas colaborará también con publicaciones cubanas como Mediodía, Mujeres Cubanas, Fundamentos, Cuba Socialista, Bohemia, La Palabra y otras.

Le seguirán años donde la fortaleza de su literatura será prestigiada por premios de especial significación: premio periodístico nacional Justo de Lara   y el premio a su ensayo Influencia de la mujer en Iberoamérica en los Juegos Florales Iberoamericanos, convocados por la Unión Femenina Iberoamericana, sin olvidar su ensayo también laureado y que titulo Un hombre a través de su obra: Miguel de Cervantes Saavedra.

En la década de los 50 del siglo XX, Mirta Aguirre profundiza su quehacer político en el ámbito cubano al asumir la jefatura de redacción de la revista marxista La Última Hora e integrar junto a  Carlos Rafael Rodríguez y Juan Marinello la Comisión para el Trabajo Intelectual del Partido Socialista Popular , lo que da la medida  de su fiel entrega a las ideas comunistas en su época hasta el triunfo de la Revolución, en 1959, cuando atiende a la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo, asesora su revista y apoya la creación del grupo dramático Teatro Estudio que significó un giro importante para la dramaturgia nacional.

Los intensos años de la Revolución cubana, guiada  por Fidel Castro, convocaron a Mirta Aguirre, justamente,  a una intensidad mayor en  su  trabajo partidista, profesoral y literario   incluso, me atrevo a asegurar, que la vida y la obra de esta mujer en los decisivos años del despegue revolucionario, la proyectaron de manera definitiva en la historia de la cultura cubana. Baste que repasemos  momentos extraordinarios en las páginas literarias que nos legó a los que son inevitables retornar: sus consideraciones sobre Cervantes, el  neorrealismo italiano, sus consideraciones sobre La Edad de Oro y las ideas martianas, El Romanticismo de Rousseau a Víctor Hugo,  Del encausto a la sangre: Sor Juana Inés de la Cruz, En torno a la expresión poética.

Siempre me han parecido exactas y justas las consideraciones de Juan Marinello  cuando afirmó que la poesía de Mirta Aguirre, rebosa esa salud artística que viene de respirar a pulmón inflado el aire del tiempo.

Mirta Aguirre atrapó  en  romances, sonetos, pareados, versos libres, utilizados todos con la magia del buen decir, piezas antológicas que  quedarán, con la maestría de su donaire, en la poesía cubana de todos los tiempos.

Cómo no deleitarse con aquella sensibilidad exquisita que proclamaba:

                                       Limón, limonero,
                                        las niñas primero.

                                        Ceder la derecha,
                                        quitarse el sombrero,
                                        jugar a la dama
                                        y a su caballero.

                                       Limón, limonero,
                                       las niñas primero.

A la memoria me viene un recuerdo que no se borra ni se despega. En la década del 60  del siglo anterior acudí a un examen de ingreso en la Universidad de la Habana. Aquella mañana una sacudida  electrizó las almas que esperábamos, en la edificación de la calle G y Zapata, para ser entrevistados cuando el primero en salir del salón dijo que la presidenta del jurado era la doctora Mirta Aguirre. Cuando me tocó mi turno sentí sobre mi la mirada  aguda  y muy observadora de la ilustre profesora que me soltó una pregunta ciclónica apenas al sentarme en la butaca frente al jurado doctoral: ¿En qué capítulo veló  don Quijote sus armas y por qué lo hizo?. Espada en mano me quedé exhausto. Con el tiempo no sé cuántas veces he leído ese pasaje que tantas lecturas ofrece.

Justamente días atrás, un buen amigo, periodista  y director de programas radiales,  me comentaba que nunca ha podido olvidar aquellos versos de Mirta Aguirre que encabezan  su  SONETO DE MAÑANA y para él su poema preferido:

Yo no tendré ya voz y sí una oscura
sonrisa-luz sobre mi gris reciente.
Cáliz de rosa desleída. Ardiente
repaso de sonrisa en sombra pura.

Lo que me hizo recordar,  homenaje  de la memoria, los iniciales versos estremecedores que dedicó Mirta Aguirre  al Guerrillero Heroico en su Canción antigua a Che Guevara:

-¿Dónde estás, caballero Bayardo,
caballero sin miedo y sin tacha?
-En el viento, señora, en la racha
que aciclona la llama en que ardo.

A más de un siglo  de su nacimiento pienso que Mirta Aguirre nos acompaña aunque, editorialmente, falte un impulso  benéfico para las nuevas generaciones de lectores cubanos. La Radio cubana pudiera engrandecer, desde ella misma, la obra y memoria de la ilustre cubana.

102 años, no obstante, parece ser tiempo suficiente para situar entre los nombres cumbres de la  literatura cubana a Mirta Aguirre, una cubana raigal e imprescindible en su pensamiento comunicativo. De ella seguiremos necesitando su luz y su utilidad.

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