Yolexis Martínez Mayeta: soy un artista de la radio

Dialogar con el actor y escritor Yolexis Martínez Mayeta, deviene un placer inefable para quienes ejercemos el periodismo cultural. Graduado de la Escuela Nacional de Instructores de Arte en la especialidad de actuación, el joven artista es miembro de la Asociación de Artes Escénicas de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

Durante su fructífera trayectoria artístico-profesional, ha integrado varias agrupaciones teatrales, mientras que, en 1999, se incorporó como actor al Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), donde ha trabajado tanto en la radio, como en la pequeña pantalla. Es autor de guiones para el espacio televisivo Busca buscando (Canal Educativo 2) y Una calle, mil caminos (Canal CubaVisión), y para los programas radiales Clave 8:30, Aventuras, En nueve minutos, Agente Especial, El Cuento, Teatro y Novela Cubana (Radio Progreso).

Por la calidad estético-artística de la obra actoral y literaria desarrollada por Yolexis Martínez Mayeta, ha recibido disímiles premios y reconocimientos nacionales.

¿Cuáles fueron los factores motivacionales que inclinaron su vocación hacia las artes escénicas en general, y concretamente, hacia la actuación?

No creo que haya existido un factor motivacional determinante. Creo que fue cosa del destino, soy artista por sortilegios del azar. Esa otra puerta que se abre cuando crees que no existe más camino y te sientes sombra en un mundo de luz […], por así decirlo.

En un principio, yo quería ser militar. Tenía un buen índice académico y había aprobado todos los exámenes para poder ingresar a la Escuela Militar «Camilo Cienfuegos», allá en mi provincia natal: Santiago de Cuba. Pero cuando me realizan el examen médico, me descubren que padecía de glaucoma; afección visual que yo desconocía; por esa razón, me fue denegada la entrada a los «Camilitos». Sentí que el mundo me «tragaba». Todas mis ilusiones las vi desaparecer en un abrir y cerrar de ojos.

Recuerdo que un compañero de aula, en la secundaria básica, formaba parte de un grupo de teatro creado en ese centro docente. La guía base y responsable de dicho grupo, fue un día a buscarlo para un ensayo y él no estaba. Ella preguntó si alguien se atrevía a sustituirlo, y yo, que después del fracaso con la carrera militar, lo menos que quería era estar en el aula, levanté la mano.

La obra era Abdala y no hacía gran cosa. Un simple soldado que lo único que decía en toda la obra era: «Salud, Abdala». Como dato curioso, al paso de los años, una vez radicado en La Habana, comienzo a atenderme en el hoy Instituto de Oftalmología, y los especialistas dictaminaron que lo que tengo es una simple sospecha de glaucoma. Nada, que como dice el refrán: «lo que viene liso, no trae arrugas». La vida militar no era para mí.

Usted ha incursionado en el teatro, la radio, la televisión y el cine. ¿Cuál de esos medios prefiere y por qué?

Sí, mire, a pesar de no haber podido hacer todavía todo lo que quiero y sueño, considero que soy una persona afortunada, ya que —al menos— he dado algunos pasos en esos cuatro importantísimos medios. Todos, con sus respectivas particularidades y especificidades, tienen su propia magia y una manera muy peculiar de enamorar. Pero, sin duda para mí, un lugar cimero y al que le debo lo poco o lo mucho que sé, y en el que más oportunidad he tenido para desdoblarme, es la radio, importante medio de comunicación que está cumpliendo ¡cien años! La radio es maravillosa, también la menos valorada, pero tan integral, conservadora e instructiva […] como cualesquiera de los otros medios. Por esa razón, soy un artista de la radio.

La radio pone a prueba tu capacidad imaginativa y la calidad de la madera que apuntala tu talento. La radio me ha enseñado a ver con los sonidos. Lástima que muchos ciegos, de buena vista y largo alcance, no admitan y hasta pretendan opacar esa luz que irradia «el sonido para ver», como calificara a la radio el laureado maestro Manolo Ortega, Premio Nacional de Televisión.

¿Qué significa para usted como profesional de la actuación pertenecer a la Asociación de Artes Escénicas de la UNEAC?

Significa un gran compromiso. La responsabilidad de saber hacer bien las cosas para que otros jóvenes, con inquietudes similares, vean en dicha institución la herramienta necesaria para viabilizar sus anhelos y sientan el respaldo de una asociación que enarbola siempre como bandera la cultura, «escudo y espada de la nación cubana», al decir del Comandante Fidel Castro Ruz (1926-2016), líder histórico de la Revolución Cubana.

Según su apreciación personal, ¿Cuáles son los principales defectos de que adolecen los espacios dramatizados, tanto en las ondas hertzianas como en la pantalla chica, así como las vías idóneas para eliminarlos?

Creo que siempre se culpa a la carencia de recursos materiales, así como a los problemas económicos que nos afectan. Esa es una verdad inobjetable. Pero, que el mal no extermine al medio. Se pueden hacer grandes cosas y muy dignas sin más recursos que la voluntad de crear un producto estético-artístico que dignifique la verdad creativa y el respeto que merece el público.

A veces los guiones son flojos, la realización pobre y el elenco, que casi siempre es el mismo, no es del todo acertado. Hay que crear y buscar bien, con los ojos abiertos, para optimizar la calidad de la obra con independencia del género al que pertenezca. Hay muchos que saben hacer más y mejor con menos. Se debe buscar la manera de narrar historias interesantes con lo mucho o lo poco de que se disponga. El público lo merece y seguro lo agradecerá.

De las anécdotas, experiencias y vivencias acumuladas en su archivo mnémico durante el ejercicio de su profesión, ¿podría relatar alguna que le haya dejado una impronta en la mente y en el alma?

Hace poco, tuve el inmenso privilegio de trabajar con el maestro Fernando Pérez, Premio Nacional de Cine, en su más reciente filme: Los últimos días en La Habana o Chupa pirulí, estrenado en la Muestra de Cine Joven del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) Qué calidad humana, qué genialidad de persona. Sabe pedir y decir sin herir. Respeta a todos por igual, desde al encargado de llevar el agua hasta el extra que pasa y calla. Recuerdo que cuando llegué para hacer el casting, me saludó como si nos conociéramos de toda la vida y hasta me dio las gracias por haber aceptado participar en la filmación de ese largometraje. Creo, por muchas razones y sobre todo por su obra que, como usted bien dice, es el «rey Midas de la cinematografía cubana», sin regatearles méritos a otros cineastas.

¿Podría resumir que ha hecho hasta hoy en el campo de la actuación?

He hecho radio y todo lo que ha aparecido. En estos, momentos estoy protagonizando varios espacios en la Onda de la Alegría, específicamente en Clave 8.30, Aventuras y La Novela de las Dos. También formé parte del elenco que grabó la última temporada de la gustada teleserie policiaca UNO, y además, escribí el guión y  grabé un audiovisual para el espacio Una calle, mil caminos, que se transmitió por El Canal de Todos desde hace algún tiempo.

¿Desea añadir algo para que no se le quede nada en el tintero?

Aconsejarles o recomendarles a los jóvenes que se inician en el fascinante mundo de la actuación que sientan lo que hacen y se entreguen a ello en cuerpo, mente y alma, para que el público crea en lo que le ofrecemos con amor y respeto […]. Y algo muy importante: es un legítimo orgullo para mí ser miembro del elenco artístico de Radio Progreso, emisora nacional que, en diciembre próximo, cumplirá 93 años en el aire.

Autor: Jesús Dueñas Becerra

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