De su encuentro con el medio radial, recuerda quién lo «empujó» al apasionante mundo del sonido y la imagen: «Fue Enrique Núñez Rodríguez, supongo que por la consagración que nacía con cada jornada de trabajo. El me conocía muy bien. Era un magnífico escritor, un hombre de radio, y como persona un entrañable amigo. Nos admirábamos mutuamente. Enrique fue muy ocurrente, me llamaba el mártir cotidiano de la radio, y yo a él simplemente Kike».
Luberta realizó sus estudios primarios en el colegio Mesa y Domínguez, continuándolos en la Escuela Primaria Superior número uno, ambas ubicadas en el municipio de Marianao, provincia de La Habana.
Desde muy joven comenzó a trabajar para contribuir al sustento familiar, pues eran once hermanos y su padre un suplente tranviario. Con solamente 16 años se inició en la radio como copista de libretos, combinando esta labor con la adaptación de programas para la televisión.
Su participación en la lucha clandestina contra la dictadura de Fulgencio Batista -como integrante del Movimiento Revolucionario 26 de Julio-, lo llevó a convertirse en uno de los tantos exiliados políticos cubanos en Venezuela.
Al triunfar la Revolución continuó escribiendo libretos para el sketch de Tota y Pepe del programa Fiesta a las nueve, en la emisora CMQ. En 1965 creó el programa radial Alegrías de Sobremesa, que salió al aire por Radio Progreso, emisora a la cual se integró definitivamente en 1971.
Este hombre, ciento por ciento radialista, y que comenzó haciendo libretos de programas dramatizados, tenía claro que debía ser un innovador en la realización de espacios humorísticos.
«Todo se basaba en las picardías y maldades de un personaje hacia otro. En todos los programas siempre había un pillo que cometía sus trastadas contra otro que asumía el papel de víctima. Desde mis inicios traté de cambiar ese modo de hacer. Nadie debía hacerle daño a nadie. Me costó mucho trabajo hacerle entender eso al oyente, que ya estaba muy acostumbrado a esos códigos. Por eso mi primer reto, y uno de los más grandes, fue hacer todos mis personajes nobles, máxima que mantuve durante más de cuatro décadas de labor».
Por su consagración, capacidad creativa y compromiso revolucionario, se hizo acreedor a importantes distinciones, tales como la Medalla por la Cultura Nacional; Medalla Combatiente de la lucha clandestina; Medalla Raúl Gómez García; Medalla Jesús Menéndez, así como el Premio Nacional de Humorismo 2001 y el Nacional de Radio en 2002.
Por una vida entera dedicada a la Radio Cubana, Alberto Luberta sonríe hoy satisfecho al arribar a su 85 cumpleaños; para las generaciones de radialistas en la mayor de las Antillas es un orgullo disfrutar de su obra y trayectoria ejemplar: le deseamos todos los parabienes posibles y que cumpla 85 más con la misma pasión y alegría que nos contagian.