Eduardo Pérez Núñez: A veces olvido que soy jubilado

Hoy, a la hora del recuento, Eduardo agradece a Arnoldo Gámez aquella exhortación a enfrentar un mundo que lo atraparía durante décadas, en días de radio casi interminables.

Muchas entrevistas comienzan preguntado cómo el entrevistado se inició en algo. Yo recorro el camino contrario y le pregunto: ¿Cómo se produjo su retiro de la Radio?

“El final de mi carrera en activo como locutor se produjo el 20 de mayo de 2011. Fue un momento que siempre recordaré con una dosis de alegría y de tristeza, contento por la gran despedida que me hicieron  mis compañeros de labor y nostálgico porque extrañaría las muestras de cariño y de respeto de nuestro oyentes”.

¿Qué tiempo laboró usted en la emisora?

“Estuve en La Voz del Toa de forma permanente desde 1968, así que laboré durante 42 años años”.

Imagino que su voz se escuchara en varios programas. ¿Mencionaría los principales, los que más recuerda?

“Yo intervine en todos los programas de La Voz del Toa, pero en particular me identifiqué con En Guateque, Cantares de México y Voces y cuerdas.

Las transmisiones que destaca gustan mucho en zonas rurales. ¿Se identifica usted con lo campesino?

“Imagínate, yo soy campesino. Nací en la zona de Mabujabo, frente adonde hoy está la fábrica de chocolate, y viví en ese lugar más de la mitad de mis años. En ese ambiente me comunicaba con mis semejantes, conocía su manera de ser y de hablar, su idiosincrasia. Aprendí que al campesino hay que hablarle de manera directa y con sinceridad”.

¿Cómo explica su extenso vínculo con el programa Cantares de México?

“Desde pequeño me gustaba la música mexicana, aunque mi vínculo en la radio con Cantares de México fue casual. En la emisora, al principio, los locutores hacían un programa toda la semana. Así me fui enamorando de Cantares y lo desempeñé como si fuera un programa de gran formato. Me gustaba el perfil del programa, y su música, que es un canto al amor, al desamor, y hasta un tanto bravía”.

En su trayectoria profesional se incluye la formación de  locutores. ¿Qué significó eso?

“Tuve la suerte de pasar varios cursos de locución. Uno de los más completos fue el de lingüística aplicada a la locución, que hice en Santiago de Cuba durante un año y en el que adquirí conocimientos técnicos de la hermosa e importante labor de hablar delante de un micrófono. Luego transmití esos modestos conocimientos a mis compañeros, entre los cuales hay excelentes trabajadores”.

En general, ¿qué aprendió de la Radio?

“De la Radio aprendí lo que representa la puntualidad y disciplina. Me instruí además a diario, porque cada programa es una enseñanza que amplía el horizonte cultural”.

¿Le faltó algo por hacer en este medio de difusión?

“Sinceramente no, hice todo lo que quería. Me dediqué por entero a la Radio, porque comencé con 24 años y me retiré a los 66. Imagínate en tantos años cuántas cosas se hacen, cuántos momentos gratos tienes y en qué aprietos te encuentras. Creo que al final uno logra hasta pensar que hizo una obra casi perfecta”.

Ahora que se alejó de un estudio de radio. ¿Cuánto extraña los micrófonos, y cuánto a los oyentes?

“Bueno, hay días en que me sorprendo diciéndome que casi son las 11  de la mañana, que tengo que apurarme para hacer En Guateque. Otras veces me pregunto a qué hora entro a laborar, y entonces recuerdo que estoy jubilado.

Eso sucede por el respeto a la puntualidad, y porque uno quiere sentir el cariño y la gratitud que se ganó de los oyentes mientras trabajaba. Hoy yo transito por las calles de Baracoa y cuando menos espero alguien me saluda. Entonces soy yo el que agradece haber transitado una vida con un aporte personal a la sociedad”.

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