Albert Blanco Zayas: «El narrador no tiene favoritos»

Fue la ausencia repentina de un integrante del equipo de narradores, durante la final de la Liga de Desarrollo de Béisbol de 1998, quién le abrió las puertas al mundo del deporte. Hoy no solo dedica el tiempo a su labor, sino, además, a estudiar el comportamiento de quienes se dedican a contar lo que sucede en cada escenario deportivo.

Sobre las cualidades y la importancia de la ética y la imparcialidad en la narración deportiva conversa hoy, este excelente periodista tunero, con el Portal de la Radio Cubana.

«El narrador no tiene favoritos – explica Albert. A la hora de asumir o representar un papel artístico, debes ser totalmente imparcial. Es un hombre que no tiene equipo  ni enemistad perpetua, que no sobredimensiona un hecho y, aún así, logra transmitir el impacto,  la emoción y la valoración justa de los hechos.»

Hay dificultades en todo el país que pudieran ser solventadas, entre otras cosas, con la manera de asumir responsablemente la narración deportiva ¿Cómo se comporta esto en Las Tunas?

Este problema es perfectamente generalizable a todo el país. Frente a un micrófono o cámara de televisión se escuchan términos que bien pudieran cambiarse. Es mejor decir «el equipo», «la selección cubana» u otras acepciones,  que referirse a los atletas cubanos como «nuestros peloteros», «nuestras muchachas», «mis judokas».

Es necesario entender que trabajamos para un público diverso aún si se trata de un medio nacional. En Cuba hay muchos extranjeros ya sea de turistas, como trabajadores o visitantes, que escuchan el deporte.

¿Cuál es la fórmula que utilizas para evitar estos «yoismos» de la narración deportiva?

Además de lo que te mencioné anteriormente prefiero destacar lo nacional y auténtico del deporte cubano, sin perder de vista que trabajo para un lenguaje universal. Analizo siempre las deficiencias del contrario, sin perder de vista sus virtudes. Evitar las pasiones es muy importante.

Mira, es muy difícil ver el sacrificio de muchos competidores en las fases de entrenamiento, e incluso compartir una amistad  o momentos más íntimos con ellos y luego desear que pierdan. Eso es imposible. Pero no significa que no deje de analizar en su momento la actuación del atleta o equipo, poniendo en segundo plano las relaciones interpersonales. Nada puede coadyuvar a que yo realice una crítica inmerecida. Por ahí anda la cosa.

Definitivamente la narración deportiva es una especialidad muy difícil. ¿Qué cualidades no pueden faltar en los hombres y mujeres que se dedican a esta especialidad?

Deben dominar las técnicas de locución como cualquier locutor, las técnicas del periodismo como cualquier periodista, y además tener un conocimiento del deporte por encima de la media.

No es un aficionado del deporte, que habla por radio o la televisión, sino un experto que tiene un nivel de información amplísimo, conoce la mecánica del arbitraje, de sus exigencias y actuación y las tácticas y reglas de muchos juegos.

¿En cuánto tiempo se forma un narrador?

Creo que debe tener una experiencia de cinco años en adelante. Aún así, es una carrera en la que nunca se deja de aprender y mucho más, si se trata de una emisora provincial. En la capital todavía un narrador puede especializarse en determinado grupo de deportes, pero en las provincias hay que saber de todo y estudiar constantemente.

Yo pude estudiar periodismo y eso significa una base, un comienzo. Somos profesionales a los cuales se les exige mucho pero que, en ocasiones, no son reconocidos en el país. Es complicado adentrarse en este mundo, pero no deja de ser apasionante.

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