Aroldo García: Hermosa lección de humildad y sabiduría

Con una vida profesional ya consolidada – más de 20 años- nunca lo vi subestimar a un estudiante. Sabía quién faltaba y porqué. Siempre presto a colaborar y a apoyar a los más jóvenes. Más que profesor, siempre fue un amigo; tanto así, que a más de tres años su magisterio, no deja de alentar los sueños: «Para ser periodista hay que amar la profesión… hay que entregarse por completo.»

Para quién es corresponsal de Radio Rebelde en la oriental provincia de Holguín, profesor universitario, multipremiado en los Festivales de la Radio, y con innumerables misiones internacionalistas, el lauro principal es el de todos los días, «desde la madrugada cuando comienza la jornada cotidiana, hasta la obra que recoge la labor de los humildes; de la gente noble del pueblo y sus trabajadores.»

Quiero entonces retomar una conversación que sostuvimos una tarde de noviembre y que deviene clase magistral para quienes aún somos intrusos en esta hermosa y honrosa profesión. Cuando se acerca el aniversario de fundación de Radio Rebelde su verbo funge como pretexto para homenajear a quienes laboran a diario en esta prestigiosa emisora cubana.

Aroldo: Hola Yamilé, buenas tardes. Aquí estamos – desde la sala de prensa del Coloquio Internacional por los Cinco Héroes- con la tensión de la radio, pero cómo se disfruta, ¿verdad?

Yamilé: Si profe, no imagina cómo me gustaría disfrutar la tensión de un reporte o programa en vivo de la radio cubana.

Aroldo: Si hija, quién no ha hecho radio…no sabe lo que es la vida. Fíjate que yo, a los muchachos de segundo año, les dedico tiempo a entrenarlos para la cobertura del «ahora mismo», de la inmediatez que te lleva justo al tiempo imprescindible para que salga lo último, en el próximo noticiero.

Ese hacer sin marcha atrás, ese entrenamiento que te lo da hacerlo una y mil veces, y que aunque creas que está bien, te machacas la cabeza al saber que pudo haber quedado mejor.

Los enseño a buscar soluciones y alternativas, a robarte un teléfono para enviar la noticia, y caminar hasta donde sea para reportarla a tiempo. Luego a disfrutar del éxtasis de los artistas, ese estado en el que ellos llegan cuando termina la obra en el teatro y que nosotros sentimos también cuando sale el reporte y se oye bien en el radio…no se paró la cinta, no se encasquilló la grabadora…

Te sientes entonces feliz, un momentico…y de nuevo a la carga. Eso te juro, se disfruta mucho. Sobre todo cuando al otro día, al mes, o al año, alguien te detiene en la calle y te dice: Óigame, gracias. Escuché su reportaje sobre los niños salvados en la crecida del rio…

Yamilé: Cierto profe, la visión tan humana que usted tiene del periodismo, inmortaliza la profesión. Somos un mal necesario, como dicen por ahí, pero que se ama tanto, como a la familia y los amigos. Quisiera que un día alguien me detuviera en la calle y se sintiera agradecido por alguno de mis trabajos. Eso trasciende la fama o cualquier beneficio personal.

Aroldo: Mira yo tengo una máxima… en la vida no puede haber términos medios en nada y al trabajo nuestro hay que amarlo, siempre y todos los días. Nunca dejar para mañana…

Yamilé: Ahí debe permanecer el secreto de su éxito. Aprovecharé el consejo y lo pondré en práctica.

En otro momento de la conversación donde le manifesté mis dotes para el canto y la música:

Aroldo: En el periodismo, también hay que tener arte, sino, no descubres las fibras, no logras las historias, no cuajan los mensajes más certeros. El artista y el arte son imprescindibles hasta en la vida misma.

Yamilé: Le confieso que a veces no me salen las cosas como yo quisiera. Siempre estoy inconforme con lo que hago. Tengo miedo al fracaso.

Aroldo: Nooooooooooo, eso nunca. Ten miedo a no hacer. Mira…mi humilde receta, yo escribo lo que siento de un tirón, de arriba hacia abajo.

(…) Ya tengo 60 años, quiero hacer mucho todavía, pero sobre todo, sembrar mucho. Entregar el bastón y la antorcha. Las experiencias buenas y las no tan buenas. Siempre humildemente, jamás creerme cosas y como dijera Martí solo mirar a alguien desde arriba cuando se haya caído y necesite ayuda para reincorporase.

Yamilé: Sus palabras me conmueven…

Aroldo: Sabes algo que nunca le he dicho absolutamente a nadie… a veces lloro cuando escucho un trabajo y llegó el mensaje. Me emociona oír a la gente sencilla contar sus historias.

(…) Cuando voy a cualquier sitio, busco a la gente de historia humilde, esa que ama la revolución y la defiende. A esas personas yo las idolatro.

Yamilé: Sus palabras le devuelven la seguridad y el sentido a la profesión.

Aroldo: Eso es, hija. Responsabilidad y sentido a la profesión. No ir jamás a lo trillado. Encontrar y mostrar la historia, tal cual es. Esa que le va a interesar lo mismo al que está en Jiguaní – municipio de la provincia Granma- o en cualquier lugar del país y del mundo.

Estos pequeños fragmentos de una conversación que continuó en anécdotas y consejos a esta joven periodista, reflejan a un hombre extraordinario que camina a diario por las calles holguineras, en busca de las historia más lindas que brotan del sentir y el imaginario de los pobladores de la «Ciudad de los Parques.» En próximos trabajos publicaré una segunda parte del diálogo.

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