Actualmente jubilada, aunque no desvinculada del medio, porque como ella dice no hay quien la desprenda de la Radio, en su memoria se mantienen nítidos los recuerdos:
«Yo vine para La Habana –señala- en el año 1950 cuando tenía 10 años de edad, y mi papá me sacaba a pasear para conocer la capital. Recién llegada del campo, muchas cosas me impresionaban de la ciudad, pero recuerdo que una de las que me impactó fue ver la cabina de Radio Reloj. En aquella época la emisora radicaba en la Avenida del Prado, y desde la calle, a través de un cristal, los transeúntes podían ver a los locutores leyendo las noticias».
«Radio Reloj – añade- se escuchaba en los hogares cubanos, porque el pueblo le tenía fe a la planta.
En aquella época de la tiranía de Batista a veces se oía una explosión o pasaba cualquier otro hecho, y enseguida se sintonizaba la emisora porque reportaba con inmediatez lo ocurrido. Era el medio informativo de todos los cubanos».
Con la sonrisa que siempre la acompaña, su mirada melancólica y su tono de voz pausado y dulce, Belkis va pasando revista a páginas de su vida durante la entrevista para este sitio web.
Así se refiere al período de estudiante de Ciencias Políticas, una carrera que no titubeó en cambiar por la de Licenciatura en Periodismo atraída por la actualidad noticiosa, y que la llevaría a sumergirse en la magia del mundo radial, donde transitó durante más de 50 años por muchas funciones.
Su estancia en Radio Reloj se desarrolló por etapas, pues en ocasiones dejó la emisora para cumplir otras tareas. En los inicios trabajó como asistente de redacción, y en otros momentos como redactora- reportera de la Revista Semanal y en la Subdirección.
Su desempeño sobresalió, además, en otros medios, como jefa de turno y directora del entonces Noticiero Nacional de Radio. Fue también Jefa de Información y directora de Radio Taíno por varios años, de donde pasó a la jubilación, aunque se mantiene colaborando con ese órgano en varios espacios.
¿Algún momento de tensión?
«En los inicios de mi estancia en Radio Reloj un día pasé un susto muy grande. A los asistentes nos correspondía hacer los cambios de los boletines en la cabina. En aquel tiempo los minutos se redactaban en cuartillas que ya venían impresas con sus cuatro cuadritos en rojo y en verde. Al locutor que le tocaba las hojas rojas le correspondía leer el primero y tercer párrafos de la noticia y al de las verde el segundo y el cuarto, y daba al final la hora.
El asistente tenía que organizar las cuartillas para que los dos grupos quedaran iguales, llevarlas a la cabina, ponérselas muy silenciosamente en la mesa a cada locutor y retirar las que salían del aire.
En ese tiempo yo estaba un poco nerviosa con toda esa tarea y aquel día cuando empujé la puerta de la cabina se me cayeron todas las cuartillas en el piso a la hora de cambiar el boletín. No supe qué hacer y solo atiné a echarme a llorar y salir corriendo para la Redacción. Entonces los compañeros me calmaron y uno me ayudó a recoger aquel reguero y organizar todo otra vez. Fue un momento para mi terrible, pero del cual también aprendí».
¿Y como Subdirectora?
«Asumí esa responsabilidad cuando Fausto Suárez llegó a Radio Reloj para dirigir la emisora y me mantuve hasta que él falleció. Fue un período para mi muy aleccionador y formador, porque Fausto era muy exigente, organizado y disciplinado y eso mismo me lo exigía a mí y al resto del colectivo. Él, por ejemplo, impuso como norma que los materiales elaborados para el Matutino, que es el espacio de mayor audiencia, lo teníamos que revisar él o yo. Es decir, yo iba un día a revisar el Matutino y él iba al otro día, desde la hora en que empezaba a redactarse sobre las 11 de la noche, hasta altas horas de la madrugada, pues el Matutino sale al aire, a las 4 de la madrugada. Fue una época intensa y de mucho rigor profesional».
Sobre lo que le aportó Radio Reloj en el plano personal, la importancia de la emisora para las nuevas generaciones de periodistas y lo que representa este aniversario 70, habló también Belkis Manfugás, y esas y otras valoraciones, se las presentamos en su propia voz.