Eduardo González García: “Las nuevas tecnologías no significan el fin de la radio”

Actualmente redactor-reportero de prensa en la emisora Radio Taíno, Eduardo conversa con nuestro Portal sobre su carrera, sus motivaciones por la radio, y el uso que este medio hace de las tecnologías de la información y las comunicaciones, al ser uno de los primeros periodistas cubanos en apropiarse de los nuevos lenguajes y llevarlos a su labor en la prensa con éxito.

¿Dónde, cuándo y cómo comienza a desarrollar su labor como periodista radiofónico?

Puedo decir que fue una larga cadena de afortunadas casualidades. Comencé mi vida laboral cuando tenía 14 años, no como periodista, sino como “periodiquero”, es decir, montado en una vieja bicicleta, repartiendo el periódico Granma a los suscriptores, de lo cual me siento orgulloso.

Años después, al desmovilizarme del servicio militar, fui ayudante en una imprenta y, por la noche, daba clases de Física y Matemática en Secundaria Obrero-Campesina. Fue uno de mis alumnos quien me ofreció trabajo en el periódico Ejército, del Ejército Occidental, donde aprendí sobre la marcha los rudimentos del periodismo, mientras estudiaba la carrera en el curso para trabajadores de la Universidad de La Habana.

Luego me trasladaron a la revista Verde Olivo, y cuando cerraron las publicaciones militares, a causa del Período Especial, me ubicaron en una redacción especializada de la Agencia de Información Nacional (AIN). Al año siguiente, me presenté a la convocatoria que libró Radio Progreso, para crear sus servicios informativos, donde trabajé 9 años, y después pasé a Radio Taíno, donde me desempeño como redactor-reportero, desde 2001.

¿Qué motivaciones encuentra en la radio como medio de difusión?

Todos los medios tienen sus encantos. Los de la radio, opino, son la inmediatez, el alcance, la masividad y, sobre todo, la posibilidad de crear imágenes mentales propias en cada oyente, a partir del empleo de los recursos de la voz, la música y los efectos sonoros.

Modernamente, los estudiosos explican este fenómeno, que se da en todo tipo de comunicación, con la categoría de “mediaciones”, pues el mensaje lo decodifica cada receptor, según sus propias características personales y las condiciones del entorno, en sus múltiples dimensiones.

En nuestro medio, es lo que llaman la “magia de la radio” y, por tanto, cada vez que hago un trabajo, me siento retado a hacer un poco de magia, para lograr la mejor comprensión y efectividad del mensaje.

¿Cómo ha sido su adaptación al periodismo actual, mediado por las nuevas tecnologías?

Siempre he sido aficionado a la tecnología y a las ciencias, lo cual me ha permitido aprovechar, creo que bastante bien, las facilidades que brindan los avances tecnológicos. Me dicen que estuve entre los primeros periodistas en aplicar la Informática a mi trabajo.

Tengo alguna modesta participación en las redes sociales, aunque mucho menos de lo que desearía, por limitaciones de tiempo y, en parte, tecnológicas.

Por otra parte, todos necesitamos conocer más acerca de las peculiaridades de los medios digitales, para lograr mayor impacto.

Ese mundo está dominado por las grandes corporaciones mediáticas, y es enorme el reto que eso nos plantea, pues la única ventaja que tenemos es la verdad, y esa hay que lograr insertarla en el interés de los internautas con inteligencia y conocimientos, con el lenguaje apropiado, pues no podemos competir en ancho de banda, velocidad, capacidad de almacenamiento y otros recursos.

¿Qué importancia tiene el uso de estas herramientas para un medio como la radio?

Mucha, aunque es un desafío. Cuando nació la televisión, muchos pronosticaron la muerte de la radio, pero la radio conservó un espacio propio, atractivo, y siguió creciendo y desarrollándose. Ahora, dicen que las nuevas tecnologías decretarán la obsolescencia de la radio y de la televisión. Nada de eso es verdad.

Cada medio tuvo su época dorada, y todos han logrado adaptarse a las nuevas condiciones. Las personas continuarán viendo televisión y oyendo radio, como siguen leyendo periódicos y revistas; aunque mucho depende de cómo sepamos aprovechar las ventajas del desarrollo tecnológico.

En nuestro caso, la digitalización aporta calidad y refuerza la inmediatez, además de independencia, pues cualquier periodista puede aprender a editar sus trabajos, donde quiera que esté, y enviarlos con entera fidelidad y rapidez a la emisora.

El acceso a incontables fuentes de información y de recursos sonoros es otro aspecto de mucho interés. Ya no hay que depender, exclusivamente, de las fuentes vivas y bibliográficas, aunque ambas siguen siendo importantes, y estas últimas, incluso, son cada vez más accesibles. Esto implica la necesidad de desarrollar el discernimiento, el criterio selectivo de las fuentes, porque cualquiera escribe en las redes lo que se le ocurre.

Por otra parte, se reducen el costo, el tamaño y la complejidad del equipamiento técnico, desde la grabadora portátil, hasta la misma cabina de transmisiones y hasta el receptor. Se abarata el transporte y disminuye la necesidad de personal calificado en el proceso productivo, aunque esto último es muy relativo: siempre serán imprescindibles los directores, asesores, editores, técnicos de transmisiones y otros.

Pero lo más importante es cómo las nuevas tecnologías rompen las limitaciones de los esquemas territoriales y temporales de la señal y permiten que hasta una pequeña emisora local pueda ser escuchada en cualquier parte del mundo, con excelente calidad radiofónica, y que el oyente pueda volver escuchar un programa que le gustó, o bajar una información que antes no pudo alcanzar.

Todo eso suena muy bonito, pero no cae del cielo: hay que ganarlo con capacitación, esfuerzo personal, dedicación y experiencia.

Las nuevas tecnologías no significan el fin de la radio, por lo menos, en el futuro previsible, sino le brindan nuevas oportunidades, que tenemos la imperiosa necesidad de aprender a usarlas.

Junto con esto, necesitamos hacer la diferencia entre cualquier “bloguero” o participante en las redes sociales, y el periodista profesional, preparado, informado, culto, consecuente.

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