Enrique José Villegas, más allá del periodismo

Hoy está en casa, donde no se adapta a la quietud cotidiana de la televisión y la charla casual con algún vecino o colega, con quienes aprovecha para decir lo difícil que es adaptarse a la jubilación.

Pero no se separa de la radio, continúa pendiente de cada suceso, y su llamada, a cualquier horario, para alertar de cualquier acontecimiento que llegue a sus ojos experimentados o sus oídos es el pretexto preferido para preguntar por cada compañero y si todo está bien en Radio Victoria.

Desde el reposo en su asiento, mirando al portal, Villegas recuerda los primeros años como reportero.

«Yo empecé a trabajar desde estudiante, en el año 1968, con Antonio Moltó en Tele Rebelde, dirigiendo el programa Ofensiva en la producción. Cuando terminé la carrera en el año 73 me incorporé a Prensa Latina en La Habana para cumplir el servicio social. Allá estuve varios años y luego me trasladé hacia Las Tunas».

En Radio Victoria ha desempeñado varias funciones, ¿cuál cree que sea la mejor para formar a un periodista?

«La investigación. El periodismo investigativo es el que realmente da la dimensión de qué es la carrera de un periodista, no solo tener una noticia para rellenar un espacio o los minutos que lleva un boletín».

«Investigar sobre lo que preocupa a la población, por muy simple o sencillo que sea nunca se debe subestimar. Y un consejo: echa la pelea cuando tú sepas que la vas a ganar, mientras no la eches, prepárate bien».

¿Qué le ha aportado el periodismo?

«Sabiduría. Tener otro sentido de la vida, sin caer en subjetivismos. A veces te das cuenta cuándo te dicen verdades, medias verdades, mentiras o te ocultan algo».

Los sueños de hoy

«Me gustaría estar completamente bien para hacer un recorrido por algunos sitios arqueológicos que descubrí en los años 80, cuando vine para acá. La arqueología no se conocía prácticamente como ciencia aquí en la provincia de Las Tunas. Había algunas personas que empíricamente sí tenían esa afición, campesinos incluso que eran aficionados a buscar cosas de indios, como ellos le decían. Entonces, me gustaría volver a esos sitios».

«De mis colecciones he hecho dejadez de algunas cosas y las he donado al museo provincial Vicente García, como una máquina de escribir que utilizó Jesús Suárez Gayol cuando estuvo en Las Tunas. Tengo otras cosas a las que soy muy apegado, de las que no quiere uno deshacerse. Hace falta también impulsar esta afición porque es conservar la memoria histórica de una ciudad».

Entre tanto tiempo libre Villegas sueña con sumar otras aventuras arqueológicas; mientras, preserva su colección, cargada de objetos y documentos, verdaderos tesoros de familia.

Y a la espera de la noticia que finalmente le confirme la posibilidad de vida más allá de la Tierra, dirige los ojos a su entorno, listo para sugerir, criticar y hacer un poco más por la ciudad que le acoge.

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