Mario Alberto Machado Rodríguez, gran amigo que nos deja

Realizador de sonido de vasta experiencia, Machado cubría generalmente los turnos de la tarde, ya fuera con programas en vivo o grabados, y dejó su impronta en varias emisiones que obtuvieron premios en los festivales provinciales y nacionales de la Radio Cubana.

Poseía un humor certero y una ironía muy fina para hacernos más placentera nuestra estancia en la planta radial, mientras editabamos en aquellas viejas máquinas checas con las cuales tantas maravillas logramos hacer.

Uno de sus grandes amores eran las artes plásticas, y a ellas consagró Machado su pincel, adoptando con éxito un estilo puntillista y colorido como aquellos Seurat y Signac de finales del siglo XIX.

A través de sus cuadros viajamos a mundos de fantasía donde se evocaban las deidades del panteón afrocubano en los rostros y cuerpos de conocidos cercanos y trabajadores de la emisora, en obras llenas de carisma y un encanto muy especial.

Varias exposiciones realizó Machado como artista de la plástica. En 1997 tuve el honor de escribir las palabras al catálogo para su muestra titulada “Flores de Marzo” que fue expuesta en el Museo de la Revolución, en La Habana Vieja, con motivo del Día Internacional de la Mujer.

Igual fue el caso de la exposición por el aniversario 35 de Radio Enciclopedia, que tuvo lugar en el Castillo de los Tres Reyes del Morro, en La Habana, en el mes de noviembre.

Además de su preferencia por la radio y las artes plásticas, otros caminos lo atraían, pues hay que decir que Machado era un exquisito chef de cocina. Los bufés que brindaba en sus exhibiciones pictóricas los preparaba él mismo con singular gusto, y gozaba de regodearse en secretas recetas, a tal punto que me confesó un día su anhelo de fundar una dulcería propia.

Ya retirado de la vida laboral, visitaba a menudo Radio Enciclopedia y aprovechaba para bien emplear otro de sus dones: la fotografía. En cuanta ocasión propicia se presentara, ya fuera en el devenir cotidiano o en las actividades festivas reglamentarias, ahí estaba Machado tomando instantáneas, discretas o no, con su camarita. De hecho posee un archivo fotográfico de la emisora que pretendemos conservar, quizás bajo su nombre.

Casi parece increíble su ausencia, y se extrañarán para siempre su alegría y su sonrisa radiante, sus elegantes cabellos canos y su palabra grácil y ocurrente. Pero quedará en esas imágenes traviesas con que nos sorprendía, como nos ha sorprendido ahora, en esta broma de desaparecer de pronto para vivir eternamente en nuestro recuerdo.

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